Samuel Pérez
Apuntes sobre la pobreza en el mundo
(Jovencuentro, diciembre de 2008)
(Página Abierta, 199-200, enero-febrero de 2009)



            La reciente conciencia mundial sobre el encarecimiento de los alimentos (un 83% en los últimos tres años) ha puesto de actualidad la grave situación de pobreza en la que viven millones de personas. Este problema ha pasado a ocupar un lugar importante en la agenda pública de instituciones y gobiernos. Esto es lo que decía en las charlas de hace un año: con la crisis económica ocupando todos los espacios, la cuestión de la pobreza ha vuelto al segundo plano en el que estaba.

            La realidad es que millones de personas en todo el mundo viven en condiciones de pobreza severa. Esta es una de las lacras más graves de nuestro tiempo. La pobreza no viene sola: a la falta de alimentos se unen múltiples enfermedades que se podrían curar con facilidad pero se agravan al no disponer de recursos mínimos. Esto, junto a la falta de agua potable y otras carencias, producen sufrimientos sin cuento y llevan a la muerte a millones de estas personas cada año.

            «La inmensa tragedia que representa la pobreza: destroza vidas, ahoga la felicidad, destruye la creatividad y erradica la libertad», diceAmartya Sen en el libro De la pobreza al poder (Oxfam, 2008).

            Una de las principales causas de este injusto reparto de la riqueza son las políticas económicas y comerciales desiguales que agravan esta gran separación entre unos países ricos y otros empobrecidos.

            Esta situación es especialmente grave en pleno siglo XXI, con el gran aumento de la riqueza que se ha venido produciendo gracias a los desarrollos tecnológicos, y cuando existen recursos, comida, medicinas y medios para que toda la población pueda vivir con un mínimo de dignidad.

            La novedad frente a este gran problema no son los Compromisos del Milenio por los que 189 países, en el marco de la ONU, se comprometieron a ocho objetivos mínimos para 2015, entre los principales reducir la pobreza extrema y el hambre a la mitad para esta fecha. No es novedad porque estos compromisos vienen haciéndose desde hace tiempo e incumpliéndose de forma sistemática. Lo que es novedad es que por primera vez existe un movimiento ciudadano a escala mundial que empuja, exige y propone alternativas para que estos objetivos se cumplan. Este movimiento en España está siendo alentado por la Coordinadora de ONGD por medio de la campaña Pobreza cero.

Los datos de la realidad

            El planeta cuenta con más de 6.700 millones de habitantes, de los cuales 2.600 millones viven en la pobreza, con menos de dos dólares al día (1,40 euros); de éstos, 1.400 millones con menos de un dólar al día  (0,70 céntimos de euro) (1)  y 925 millones, según la FAO, pasan hambre. A los 850 millones de 2007 se suman ya 75 millones más por la crisis alimentaria. De éstos, el 43% en el Asia Meridional y el 30% en el África subsahariana. La pobreza extrema ha pasado de Asia –hace 30 años– a África, que tiene ahora los mayores porcentajes. El 75% de los pobres viven en el mundo rural (2). 

            Por otra parte, más de 1.000 millones de personas no disponen de agua limpia y 2.600 millones no tienen acceso al saneamiento adecuado (3).

            Existe una gran polémica con los datos de la pobreza y la forma de medirla. El Banco Mundial ha venido utilizando para ello el ingreso por persona, 1 dólar en paridad de poder de compra de 1985, pero ahora ha cambiado a 1,25. Amartya Sen habla de la conversión del ingreso en capacidades básicas, o sea, lo que es capaz de hacer cada uno con el mismo dinero. Otros estudiosos señalan que una única forma de medir simplifica el problema y deja de lado aspectos básicos; por ejemplo, se debería contemplar el acceso a la educación y a la sanidad... Pero serían mejores parámetros para medir la pobreza el acceso al agua potable y al saneamiento, la desnutrición, la esperanza de vida al nacer y la distribución del ingreso.

Mejora de la situación mundial

            En 1981, 1.900 millones de personas vivían con menos de 1 dólar al día. Hoy esa cifra ha descendido a 1.000 millones. A esto debemos añadir el aumento de la población, unos  2.000 millones de personas en este periodo –entre 75 y 80 millones de personas de media anual–, la gran mayoría en el mundo pobre. La única excepción es el África subsahariana, donde la población apenas ha cambiado y los porcentajes de pobreza siguen igual, e incluso crece la pobreza extrema. Desde el año 1990, las personas que viven con menos de un dólar al día han pasado del 28% al 21%  (4).

            Así, en América Latina, en 1990, el 48% de la población vivía en la pobreza, mientras que en 2007, la población en esta situación representaba un 35%, es decir, 13 puntos menos. En el Asia oriental y en el sur aún es mayor esta reducción.

            Además ha mejorado la esperanza de vida (más de 16 años en los países pobres), la matriculación en enseñanza primaria y alfabetización (la alfabetización global pasó del 75% al 82% de la población en el periodo 1990-2004), y se ha producido un marcado descenso de la mortalidad infantil: 93 niños muertos por cada 1.000 personas en 1992 y 68 por cada 1.000 en 2007 (5); de 12,7 millones en 1990 a 9 millones en 2007. Y hoy, 1.200 millones de personas más disponen de agua potable (6). Se ha registrado también un descenso  de la mortalidad de algunas enfermedades: por ejemplo, la malaria en algunos países se ha reducido hasta el 50%, así como las muertes, etc.

            Por otro lado, desde 1970, el porcentaje de personas afectadas de inseguridad alimentaria en el mundo en desarrollo ha disminuido del 38% al 18% (7).

            Ha disminuido la tasa de pobreza en un dólar al día. En 1993 se cifraba en el 28% de la población mundial (1.036 millones de personas), mientras que en 2002 desciende al 22% (883 millones). Esta tasa se ha reducido en Asia oriental y el Pacífico, aunque ha aumentado en Asia meridional y en el África subsahariana. Sobre todo ha disminuido desde aquellos años la pobreza rural: del 37% al 29%, mientras la tasa de pobreza urbana se ha mantenido en un 13%. De 5.500 millones de personas que viven en países en desarrollo, 3.000 millones viven en zonas rurales (8).

            Pero a pesar de estos datos, en algunos sectores de la solidaridad y de la izquierda goza de mayor prestigio intelectual la denuncia de las desgracias y del empeoramiento de la situación que las buenas noticias. Por eso se produce un aumento de la percepción de la desigualdad, independientemente de si realmente está aumentando o no (9). Hoy poseemos un mayor conocimiento de la realidad y más información a través de las ONGD, la ONU, etc., y existe un crecimiento de las expectativas (movimientos sociales). Y, sin embargo, es necesario reconocer la realidad, y saber que muchos esfuerzos dan resultado, que el trabajo de las ONGD, instituciones y Gobiernos da frutos positivos.

            Aun reconociendo la realidad de los cambios a mejor, no cabe pararse a disfrutarla. La situación para casi la mitad de la población mundial sigue siendo mala. Y si no se cambian las políticas actuales, no se cumplirán varios de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Diferenciar las pobrezas

            Entre las personas del mundo rico hay grandes diferencias de ingresos y bienestar, aunque no conviene mezclar la pobreza en el mundo empobrecido, donde existe una carencia total, con la que se da en el mundo rico. Por ejemplo, en España, donde hay 8 millones de pobres, el umbral de la pobreza se sitúa en 6.347 euros anuales individuales –18,5 euros al día–  y 10.132 euros con pareja –27,80 euros al día–. En nuestro país, la pobreza severa (un 25% de media de ingresos) afecta al 3,64% de la población, 1.500.000 personas; la pobreza media (un 60% de ingresos) y alta (un 40% de ingresos) al 16,52%, es decir, 6.400.000 personas. Ello frente a los 1.000 millones de personas que viven en el mundo con 0,70 euros al día, o los 2.600 millones con menos de 1,40 euros diarios.

            Lo de aquí es más bien desigualdad. Además, en España existe un Estado de bienestar que cubre diversas necesidades de alimentación, sanidad, educación, etc., que en los países empobrecidos no pueden cubrirse (por ejemplo, refugiados en Bosnia).

            Pero ¿cuándo se produjo y por qué la gran distancia entre ricos y pobres?

            «El despegue europeo, investigado por Augus Maddison, llevó a Europa Occidental, entre los años 1000 y 1820, a multiplicar por tres el PIB per cápita frente a un crecimiento del 33% en el resto del mundo.»

            Entre los factores que impulsaron este progreso resaltan los avances en la navegación; en el comercio y en la división del trabajo; la adopción de instituciones favorables a la actividad mercantil; la revolución en el comercio iniciada en el Renacimiento; la división política de Europa; el desarrollo del individualismo favorecido por la tradición cultural cristiana.

            A comienzos del siglo XVIII las potencias europeas impusieron su hegemonía al resto del mundo. Fruto de una coyuntura singular basada en las ventajas que le deparaba su revolución agraria e industrial, la posesión de América y la economía del comercio de esclavos» (10).

            La colonización de buena parte del mundo por las potencias europeas esquilmó mucha riqueza de estos países y al descolonizarse quedaron en una difícil situación económica, con escasez de infraestructuras útiles para su desarrollo y muchas divisiones étnicas y tribales que han generado guerras que en muchos casos aún continúan.

            Entre 1950 y 1990 se produjo un gran crecimiento demográfico. Se dobló la población mundial debido a los avances médicos y farmacológicos sobre todo. Los elevados índices de mortalidad cayeron en picado (Sudan, 1920, 1 millón; 2007, 7 millones), y de esta forma se agravó la situación para muchos países pobres con escasos recursos.

            «En el Espejismo de la salud, de René Dubos, hay una constatación empírica de que la influencia de la medicina no había sido tan importante como se presumía, debido a que el declive de la mortalidad por la mayoría de las causas de defunción durante el siglo XIX y buena parte del XX, sobre todo las enfermedades infecciosas, no puede atribuirse a tratamientos –curativos o preventivos– que simplemente no existían. El saneamiento, la nutrición y el control de la natalidad fueron, pues, los auténticos responsables del descenso de la mortalidad y de la denominada transición demográfica» (11).

            En los años ochenta y noventa del pasado siglo, las políticas económicas neoliberales han aumentado la pobreza y la desigualdad en muchos países con la privatización de los recursos, la apertura de las fronteras a la penetración de capitales, forzando a muchos Gobiernos a destinar dinero de las necesidades básicas para pagar la deuda contraída.

            Nuestro mundo ya no se corresponde a la idea de confrontación entre países ricos y países pobres. La visión del mundo más acertada no es aquella que la representa como una batalla de países ricos contra países pobres. Los analistas de Vía Campesina nos  hicieron ver en una de las reuniones de la OMC que la batalla era más compleja: por un lado, el G-7, donde están los más ricos; por otro, el G-20, donde están las economías emergentes (China, India, Rusia, Brasil Sudáfrica...) que aspiran a repartirse el pastel mundial con los ricos; y al margen están la mayoría de los más pobres, muy solos en la batalla por la subsistencia.

            La población mundial, en 2006, ascendía a 6.518 millones de habitantes, y la riqueza producida era de 48,188 billones dólares. Los países en desarrollo contaban con una población de 5.489 millones de habitantes, el 84,21% de la población mundial, y 11,568 billones de riqueza, el 24% de la riqueza total. Los países de la OCDE representaban 942 millones de habitantes, el 14,45%, y su riqueza se cifraba en 35,027 billones, un 72,70%. Los países en desarrollo se dividen en ingreso medio: 3.086 millones de habitantes, el 47,30%, y 9,988 billones de riqueza, el 20,75%; ingreso bajo: 2.403 millones de habitantes, el 37%, y 1,580 billones de riqueza, el 3,30%. Dentro de éstos, África subsahariana, con una población de 770 millones, el 11,8% de la población total del mundo, y una riqueza de 0,668 billones, el 1,38%.

            En un voluminoso libro editado por la Universidad Politécnica de Madrid, El fin del hambre en 2025, con la contribución de diversos especialistas de todo el mundo, se sostiene que se podría acabar con el hambre que padecen 1.400 millones de personas en el año 2025.

            Se consideran en este estudio 51 países con un índice de desnutrición superior al 20% de la población, o aquellos que tienen más de 5 millones de hambrientos. Se dividen en 5 grupos según la gravedad y la urgencia y, tras un estudio exhaustivo, cuantifican en 55.000 millones de dólares lo que se necesitaría para el periodo 2006-2015, y 31.596 para el periodo 2015-2025.

Sobre las alternativas

            Las políticas económicas son decisivas para acabar con la pobreza. Por eso defendemos que cada país pueda decidir sus políticas económicas en beneficio de la mayoría de su población, y que se oriente en la dirección de la soberanía alimentaría y rechace las presiones de los organismos internacionales como el BM y el FMI, que tratan de orientar estas políticas al servicio de los países ricos. Igualmente son muy rechazables los pactos comerciales, como el intento reciente de la UE con África, que pretendían beneficiar sobre todo a los países europeos, y que por primera vez ha sido rechazado por éstos.

            La crisis ecológica en la que estamos inmersos va a afectar con especial dureza a los países empobrecidos, que disponen de menores recursos para hacerle frente. Habría que replantear el consumismo agudo que vivimos en Occidente, dada la escasez de recursos que debemos compartir con un mundo que no tiene lo necesario para vivir con dignidad, a fin de conseguir mayores niveles de igualdad.

            Sigue siendo muy necesario aportar el 0,7% del PIB de cada país rico para la cooperación con los más empobrecidos. España ha avanzado del 0,24% en 2004, con el PP, al 0,50% en este 2008, con el PSOE, y existe el compromiso de llegar al 0,7 en 2012. Es necesario controlar estos compromisos para que se cumplan y mejorar la calidad de la cooperación. Hay que conseguir que desaparezcan los créditos FAD, que juntan solidaridad y negocio, y dejar fuera de la AOD la condonación de la deuda externa, que debe ser total y sin condiciones para los 62 países más pobres que le adeudan a España. Debemos  exigir mayor coherencia en las políticas que se aplican; por un lado están las aportaciones para al desarrollo, y por otro la defensa en el seno de la UE de políticas lesivas para los intereses de los más pobres (dar con las dos manos).

            Desde Intermón Oxfam hablan también de la necesidad de mantener esta tendencia, aunque recuerdan que, en 2007, «cada español dio en ayuda al desarrollo unos 83 euros al año y dedicó a gastos militares unos 179 euros».

            La realidad de la Unión Europea es más negativa. La Ayuda Oficial al Desarrollo ha retrocedido a 46.100 millones de euros, y ha bajado 1.600 millones respecto a la aportación de 2006. Esto quiere decir que se dejarán de construir 4.500 escuelas y 1.200 hospitales.

            El Comité de Asistencia para el Desarrollo de la OCDE aportó un total de 103.700 millones de dólares en 2007, lo que representa una  reducción de lo alcanzado en 2005, que fue 107.100 millones (12).

            Es necesario retomar la cooperación dedicada al desarrollo de la agricultura y la producción de alimentos, que ha sufrido un gran bajón desde mitad de los ochenta. El Banco Mundial aportó un 20% de sus fondos a este campo en 1980, que se redujeron al 2,7% en 2007. Igual ocurrió con los préstamos a la agricultura, que del 33% en 1979 bajaron al 1% en 2007.

            Con la crisis económica, los Gobiernos e instituciones están reduciendo los recursos para la cooperación y la solidaridad. También en los ayuntamientos y las comunidades autónomas encontramos el argumento de la crisis para bajar sus aportaciones. Es una vergüenza, teniendo en cuenta las sumas millonarias que dedican a la banca y a las empresas, en muchos casos responsables de la crisis. Este hecho  nos debe llevar a intensificar la presión y los argumentos en favor de cumplir el compromiso del 0,7%. Lo que para la población de los países ricos son problemas y dificultades, para los países empobrecidos es una cuestión de vida o muerte.

            El problema de la pobreza y de la desigualdad viene de lejos y se tardará tiempo en resolverlo, por lo que la labor de concienciación, sobre todo de las nuevas generaciones, es fundamental. Debemos incrementar los esfuerzos dedicados a esta tarea. E informar y explicar la realidad de la pobreza y de la desigualdad en el mundo, sus causas y las alternativas para resolverlas, al tiempo que desarrollamos valores solidarios y un humanismo que se comprometa con los más desfavorecidos.

La crisis de alimentos en el mundo
2 de mayo de 2008

            En tres años se ha producido un aumento espectacular del precio de los alimentos, un 83%, según la ONU. Este organismo internacional prevé que la población mundial, que hoy es de 6.700 millones, para el año 2050 alcanzará los 9.200 millones.

            Esta crisis alimentaria ha desencadenado protestas en 20 países, y amenaza la estabilidad de 40 países, según el Banco Mundial: 21 en África, 10 en Asia, 5 en América Latina y uno en Europa (Moldavia). Ha habido protestas fuertes en Haití, donde cayó el Gobierno, y en Senegal.

            Por ejemplo, Egipto ha pasado de ser un gran productor de trigo a tener escasez. Grandes empresas importadoras se enriquecen y son amigas del Gobierno. El 20% de la población (algunos amplían al 50%) vive con un dólar al día. El Ejército y la Policía hacen pan y reparten a una quinta parte de su precio en el mercado. Vietnam, segundo exportador mundial, amplía este año a una tercera cosecha.

            La proporción entre el gasto en comida y los gastos generales en los países ricos es entre un 15% y un  20% –en la UE la media es del 12%–, mientras que en los países más pobres es entre el 60% y el 70%. Otros hablan de entre el 85% y el  90%.

            Las causas principales de esta crisis de alimentos son las siguientes:

            · El incremento del precio del petróleo.
            · La dedicación de tierras a los agrocombustibles, lo que ha incrementado el 15% de los precios. Y con los planes futuros se agravará este problema.
            · El crecimiento económico y la mayor demanda de consumo de la población. China e India registran el mayor incremento por consumo. Estos dos países representan un tercio de la población mundial, y poseen sólo un 8% de las tierras cultivables. La población de estos países come más y mejor, según el director de la  FAO.
            · La especulación con los alimentos, como valores de alta rentabilidad (se cifra en el 10% de aumento).
            · Las medidas proteccionistas ante la escasez.

            Por otro lado, existen  causas de largo plazo, como la invasión de alimentos subvencionados de los países ricos por la reducción de aranceles en los más pobres, lo que da como resultado el abandono de la agricultura (casos de Haití y Egipto). Otra causa sería la política de los Gobiernos de ignorar a la agricultura durante estos últimos años. Y una tercera, las reservas de alimentos esquilmadas en el último decenio.

            Ante esta situación, la ONU ha pedido 2.500 millones de dólares: 755 millones de dólares (500 millones de euros) urgentes para el PM de Alimentos; y 1.700 millones de dólares (1.100 de euros) para semillas y fertilizantes FAO (sólo tienen garantizado el 62%). El Banco Mundial, por su parte, duplicará los créditos a la agricultura en África hasta 800 millones de dólares.

            Por lo que respecta a España ya ha entregado a Haití 1,5 millones de euros. Y dará 80 millones más, no reembolsables, entre los años 2008 y 2012.

            Nuestro país es el segundo productor de arroz de la UE, tras Italia. Se producen 750.000 toneladas (800.000, según la COAG), y se consumen 250.000 toneladas. Por orientación de la UE, las hectáreas de arroz cultivadas han descendido de 130.000 a 102.000. Y de 900.000 toneladas de producción a 750.000 toneladas (casi un 40% de la producción en Andalucía).

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(1) Informe del Banco Mundial de agosto de 2008. Los datos anteriores eran del año 1993 y los de ahora son de 2005.
(2) Informe sobre el Desarrollo Mundial. Agricultura para el desarrollo 2008. Banco Mundial. Las cifras más recientes corresponden a 2002.
(3) Informe Índice de Desarrollo Humano de la ONU (El País, 10 de noviembre de 2006).
(4) Informe Índice de Desarrollo Humano de la ONU (El País, 10 de noviembre de 2006).
(5) Unicef, 13 de septiembre de 2008.
(6) Informe de Intermón-Oxfam.
 (7) Borlang, 2004. Citado por Enrique de Loma-Ossorio en Luchar contra el hambre..., página 305.
(8) Informe del Banco Mundial 2008.
(9) Como señala Joaquín Estefanía (El País, 22 de octubre de 2006).
(10) Atlas de Le Monde Diplomatique.
(11) Andreu Segura (El País,  17 de junio de 2008).
(12) Informe del Banco Mundial de 10 de junio de 2008.