infoLibre, 22 de abril de 2023.
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- La norma deja un «punto de fuga» hacia el turismo, cuyo peso en la economía lastra la función social de la vivienda: los expertos ven previsible un ‘dumping’ entre comunidades en disputa por los fondos perjudicados
- La concentración de la riqueza de los hogares en el ladrillo, la informalidad del mercado del alquiler y la escasa continuidad de unas políticas abonadas al anuncio estrella obstaculizan un cambio de modelo
- Cinco especialistas coinciden en valorar la norma como una interrupción de las políticas mercantilizadoras dominantes desde el franquismo y señalan los puntos en que su ambición puede chocar con realidad
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Es usual, al buscar las raíces del actual mercado de vivienda en España, acudir a la frase de aquel ministro, el falangista José Luis Arrese (1957-1960): «Quiero un país de propietarios, no de proletarios». Y, aunque ya algo manida, es una referencia valiosa. Aquella apuesta por la propiedad que nutrió el proyecto franquista –»Dios, Patria y Hogar»– sigue siendo hoy pieza clave del modelo de vivienda español. No obstante, para buscar el origen podríamos ir incluso más atrás. A principios del siglo XX ya podemos encontrar la forja de unas políticas que ahora el Gobierno se propone cambiar. Al menos, matizar. No será fácil.