Prólogo de Luis Alejos
En todas las épocas, ante cualquier acontecimiento político, quienes detentan el poder y controlan los medios de comunicación se empeñan en ganar el relato, imponiendo su narración como una verdad absoluta. Un caso paradigmático es el de la transición democrática española. La versión tradicional dominante, cuyo relato intocable se impuso durante años, fue la obra documental de La Transición española codirigida por Elías Andrés y Victoria Prego, ampliamente difundida desde su emisión en TVE en 1995. Tuvo la virtud de romper el silencio establecido hasta entonces sobre el franquismo y su reforma pero a costa de ofrecer una versión mitificada de la Transición. Es un relato que llega a esconder la realidad histórica más que a revelarla, convertido en el mito más mediatizado de la Historia de España. Se trata de una versión idílica de la Transición como proceso pacífico y ejemplar a través del falso discurso del consenso y la supuesta centralidad del Rey en la consecución de la democracia. En Euskadi y, en menor medida, en Navarra, la versión hegemónica por influencia del nacionalismo vasco, del moderado y, sobre todo, del radical, fue que no hubo tal Transición a la democracia, sino una mera operación de maquillaje del franquismo. Y, además, esa Transición pasó a ser la gran culpable del déficit de una democracia que no es considerada como tal.