eldiario.es, 8 de octubre de 2018.
Históricamente, el socialismo democrático combinó la demanda de ética pública con
la de justicia social y que el desacople de ese binomio terminó por crear un hándicap
moral de la izquierda.
El actual retroceso de parte de la izquierda hacia la cultura del socialismo real
expresado en simpatías hacia Vladímir Putin lleva a abandonar la disputa por la
democracia contra las visiones que la reducen a la libertad de mercado, la pospolítica
o el republicanismo conservador.
La ventaja del progresismo es que las derechas regionales carecen de proyectos
atractivos para la región, en medio de una incertidumbre global que puso en crisis a
los defensores del libre comercio y las modernizaciones neoliberales más clásicas.