El País, 4 de febrero de 2024.
El neurocientífico estadounidense, uno de los escritores científicos más interesantes de nuestro tiempo, explica que cada vez que aprendemos algo, nuestras neuronas cambian. Y, que si alguien pierde la vista, parte de las células con las que veía le ayudarán, por ejemplo, a que oiga mejor.
Nada del cerebro le es ajeno a David Eagleman, neurocientífico, tecnólogo, empresario y uno de los escritores científicos más interesantes de nuestro tiempo. Nacido en Nuevo México hace 52 años, investiga en plasticidad cerebral, sinestesia, percepción del tiempo y lo que él llama neuroderecho, en la intersección entre el conocimiento del cerebro y sus implicaciones legales. Su libro Incógnito. Las vidas secretas del cerebro, de 2011, se tradujo a 28 idiomas, incluido el español en Anagrama, y ahora vuelve en la misma editorial con otra obra ambiciosa, Una red viva, que gira en torno a una idea fundamental de la neurociencia actual: que el cerebro está en cambio permanente para adaptarse a la experiencia y al aprendizaje. Su ciencia no solo es de primera clase, sino también de primera mano, pero su escritura brillante y cristalina —un perfecto reflejo de su mente— convierte uno de los asuntos más complejos de la investigación actual en un paseo triunfal para el lector. Conversamos con él por videoconferencia en la primera entrevista que concede a un medio español en la última década.