CTXT, 18 de diciembre de 2019.
Para hacer el balance de las tres últimas décadas hay que analizar los procesos de destrucción de la democracia sesenta años antes, los que sepultaron Weimar y la República española y alumbraron los totalitarismos.
Es obligado abrir este espacio con una llamada a la prudencia y a la modestia. Por dos razones, porque se tratará de una visión parcial, en el sentido de fragmentaria e incompleta, y porque será provisional como corresponde a los balances históricos. Si se comparan las valoraciones de 1999 (“The revolutions of 1989: Lessons of the first post-communist decade”, monográfico, East European Politics and Societies, primavera 1999), 2009 y 2019 se observan diferencias notables, particularmente en el último tramo; ello invita a la prudencia en tanto denota la contingencia de los análisis. Comenzaré el recorrido con un par de anécdotas: la primera muestra el contraste entre los dos puntos de referencia para ilustrar la mutabilidad de los balances; y la segunda, los cambios sobrevenidos en el país protagonista, sin olvidar que la caída del Muro fue un acontecimiento de alcance planetario.