letraslibres.com/, 1 de septiembre de 2018.
Las consecuencias de la crisis han cambiado el paisaje político de
Occidente: han debilitado la confianza en el sistema y han
despertado una conciencia de la desigualdad.
Algunos de los comentaristas más pesimistas en la época de la restricción del crédito, y
yo entre ellos, decían que las consecuencias del crash dominarían nuestras vidas
económicas y políticas durante al menos diez años. Lo que yo no esperaba –lo que no
creo que esperase nadie– es que diez años fueran a pasar tan deprisa. A comienzos de
2008, Gordon Brown era el primer ministro del Reino Unido, George W. Bush era
presidente de Estados Unidos, y solo los obsesos de la política habían oído hablar del
senador junior de Illinois; Nicolas Sarkozy era el presidente de Francia; Hu Jintao era el
secretario general del Partido Comunista Chino; Ken Livingstone era el alcalde de
Londres; MySpace era la mayor red social y la tasa de interés del banco central en el
Reino Unido era del 5,5%.