El País, 01 de octubre de 2018
Medio año después del torbellino, con el nomenclátor de la ciudad ya modificado (la
Plaça de la Constitució hoy es la Plaça de l’1 d’Octubre), la Càtedra Ferrater Mora de la
Universitat de Girona organizó un debate para imaginar cómo en 2050 el Uno de
Octubre se explicaría en las aulas. Allí estaban dos historiadores de prestigio y en la
mesa me colé como un intruso. Lo significativo de aquella tarde no fue lo que se dijo
desde la tribuna, sino la intensidad sentimental expresada por el poco público que se
acercó a escucharnos. Dos señoras recordaron conmocionadas su vivencia de las cargas
policiales en el Col·legi Verd. A media sesión un hombre se levantó y se marchó tras
llamar fachas a dos representantes del PSC entre el público. El responsable de
megafonía se quedó el micrófono para manifestar la rabia acumulada desde ese día. El 1
de octubre parecía ayer. El moderador tuvo que parar tanta acritud. Las heridas seguían
abiertas y parecía imposible un análisis crítico sobre lo ocurrido. ¿Puede hacerse ya?