El extraño caso de los trabajadores pobres

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nuevatribuna.es,18 de Mayo de 2018

En los últimos días se ha producido un curioso debate entre economistas franceses a propósito de la elevada tasa de trabajadores y trabajadoras pobres.

España tiene la muy poco honorable posición de estar en cabeza de los países con mayor tasa de trabajadores que, pese a tener empleo, están en situación de pobreza relativa.

En los últimos días se ha producido un curioso debate entre economistas franceses a propósito de la elevada tasa de trabajadores y trabajadoras pobres que, según estimaciones de la OCDE, duplica en Francia (7,1%) los niveles que alcanza en Alemania (3,7%). Enseguida, las estimaciones estadísticas volaron como cuchillos. Y salieron a relucir los datos que proporciona Eurostat, según los cuales el porcentaje de trabajadores pobres en Alemania (9,5%) era mayor que en Francia (7,9%).

Tras los números, un debate político de cierto calado: la derecha liberal utiliza los datos de la OCDE para apoyar las reformas del mercado laboral emprendidas por Macron con el objetivo de aumentar su flexibilidad, disminuir los costes laborales y aumentar la holgura de los beneficios empresariales; la izquierda política y sindical utiliza los datos de Eurostatpara criticar esas reformas, argumenta que todo el poderío económico e industrial de Alemania y toda la desregulación del mercado laboral llevada a cabo antes de la crisis global de 2008 (reformas emprendidas, por cierto, por un gobierno de coalición entre socialdemócratas y verdes) no han logrado que Alemania tenga menos trabajadores pobres que la renqueante economía y el todavía rígido mercado laboral que, según el ideario liberal, imperan en Francia.

trabajadores pobres

Alemania tiene un porcentaje muy superior de personas en edad de trabajar con empleo; pero también tiene un porcentaje mayor de empleos peor pagados, precarios y a tiempo parcial

Desde la perspectiva española, lo más curioso del caso es la escasa repercusión que tiene en nuestra opinión pública (o en la publicada) el contar con una de las tasas más elevadas de trabajadores pobres del mundo capitalista desarrollado: 14,8%, según la OCDE y 13,1% según Eurostat. Entre los países de la OCDE, sólo Turquía (15,5%) y México (15,3%) presentan una tasa superior que la española. Y en la UE, según datos de Eurostat, sólo Rumania (18,9%) y Grecia (14,1%) nos sobrepasan. No hay discusión posible, España tiene la muy poco honorable posición de estar en cabeza de los países con mayor tasa de trabajadores que, pese a tener empleo, están en situación de pobreza relativa.

Más allá del regate político en corto, lo importante es analizar los datos y tratar de encontrar si existen vinculaciones y relaciones causales entre esas tasas de pobreza y las peculiaridades de los respectivos mercados laborales y sus estructuras productivas. No se trata, de entrada, de descubrir mentiras o errores estadístico. Tanto las estimaciones de la OCDE como de Eurostat son fiables, el problema está en que se refieren a poblaciones y conceptos de pobreza diferentes.

Eurostat mide la renta individual que perciben los trabajadores con empleo, considerando un umbral de pobreza que sitúa en el 60% de la renta mediana de los trabajadores con empleo. La OCDE, en cambio, mide el porcentaje de trabajadores pobres que son miembros de un hogar en el que al menos uno de los adultos tiene empleo y toma como referencia un umbral de pobreza algo inferior, el 50% de la renta mediana del conjunto de las personas que forman dicho hogar tras dividir todas las rentas que ingresa cada familia (después de las transferencias sociales) por el número de sus miembros, otorgando una ponderación inferior a uno (y decreciente) a los hijos menores de edad. Conviene precisar, además, que es una medida relativa, ya que la renta mediana disponible en España no llega a los dos tercios de la alemana o la francesa.

En 2015, la tasa de empleo (población empleada respecto a la población en edad de trabajar) alemana era muy superior a la francesa, 74,0% frente a 64,3%; pero los empleos a tiempo parcial alcanzaban en Alemania el 26,9% del total, mientras en Francia suponían el 18,1%. En el caso de las mujeres, los porcentajes de empleo a tiempo parcial son muy superiores, pero siguen la misma jerarquía: primero, Alemania (46,8%) y después, Francia (29,4%). En definitiva, Alemania tiene un porcentaje muy superior de personas en edad de trabajar con empleo; pero también tiene un porcentaje mayor de empleos peor pagados, precarios y a tiempo parcial.

Hasta ahora, las autoridades francesas habían optado por frenar o no promocionar tanto como las autoridades alemanas los empleos precarios y a tiempo parcial. Macron, en cambio, parece mucho más proclive a aceptar las concepciones alemanas sobre la reforma estructural del mercado de trabajo que confunden flexibilidad con desregulación y polarización. Como contrapartida, el mercado laboral francés tiene una tasa de desempleo que dobla la alemana y un porcentaje muy superior de personas en edad de trabajar que no trabajan ni buscan empleo.

Dicho de otra forma, el mercado laboral alemán es más amplio e inclusivo que el francés, pero soporta un porcentaje mayor de empleos a tiempo parcial y peor remunerados. Además, en Alemania hay más hogares en los que los dos adultos trabajan y hay menos niños por hogar (una tasa de natalidad inferior y una población más envejecida). En Francia, en cambio, es más frecuente encontrar hogares en los que solo trabaja uno de los adultos y más niños en cada hogar. El resultado de estas diferencias es que las cifras de trabajadores pobres que ofrece la OCDE son más bajas en Alemania, mientras que las cifras de Eurostat revelan que hay más trabajadores y trabajadoras pobres en Alemania, debido a los mayores niveles de precariedad y temporalidad del empleo. Resuelto el misterio. Ambas fuentes estadísticas son complementarias. Se refieren a casos y cosas parcialmente diferentes.

¿Y España? ¿Percibe la sociedad española lo que implica ocupar esa posición de cabeza en la cuantía de trabajadores desempleados, pero también de trabajadores y trabajadoras con empleo que siguen sin alcanzar un nivel de ingresos que les permita salir de la situación de pobreza?

El mercado laboral en España está asumiendo en los últimos años lo peor de los modelos de mercado laboral existentes en Alemania y en Francia. A golpe de cambios normativos del mercado laboral y la negociación colectiva, inacción de las autoridades en el impulso de una imprescindible modernización productiva e imposición de empobrecedoras políticas de devaluación salarial, el mercado laboral español presenta un mayor nivel de exclusión que el francés y un intenso avance del empleo precario y a tiempo parcial que amenaza con igualar en pocos años las tasas de empleo precario y a tiempo parcial existentes en Alemania. Y lo peor de todo es que las divergencias en estructuras y especializaciones productivas con las de Alemania o Francia tienden a ir en aumento. Divergencias que acaban traduciéndose en diferencias también crecientes en los niveles de renta por habitante y en bipolarización del mercado de trabajo que convierten el desempleo y la precariedad en componentes estructurales de nuestro mercado laboral.

Los problemas de la economía y del mercado laboral españoles tienen muy poco que ver con crecer unas décimas más o menos. Son problemas de enorme calado que deberían tener en máxima alerta a las autoridades, al conjunto de fuerzas políticas y sindicales y a la ciudadanía. Hay remedios y reformas posibles, pero no pueden desarrollarse en una sociedad en la que abunda la indignación, pero también el ensimismamiento en agravios particulares, y que está demasiado ocupada con las distracciones que proporcionan el oportunismo, las pésimas capacidades de gestión y la visión a muy corto plazo con el que las fuerzas políticas encaran los retos económicos, productivos e institucionales de largo alcance y hondas raíces que deben ser resueltos.

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