El pasado que no pasa

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El Correo, 21 de noviembre de 2020.

 

Aurelio Prieto, natural de Llerena (Badajoz), y Conchi Fernández, de Alsasua, se conocieron en San Sebastián en septiembre de 1978. La joven pareja se casó en agosto del año siguiente. Casi toda la familia de la novia les hizo el vacío. Conchi había cometido un delito de lesa patria: enamorarse de un guardia civil. Con todo, el matrimonio lo superó. Ella cuenta que Aurelio era una persona muy alegre y, pese a la amenaza terrorista, había echado raíces en el País Vasco. No se quería ir. Tuvieron una hija en abril de 1980, el año en el que ETA llegó a la cúspide de su letalidad: 95 víctimas mortales, 73 heridos y 17 secuestros.

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