CTXT, 19 de noviembre de 2019.
En las últimas semanas han sido muchos los artículos y declaraciones que dan por hecha una nueva y próxima recesión económica global. Han abundado esos malos augurios en una campaña electoral particularmente tóxica, que facilitó la utilización de todos los argumentos a mano, más o menos razonables o fantasiosos, y demasiadas mentiras para conseguir votos.
El miedo a una nueva crisis económica podía convertirse en un excelente factor de movilización electoral. Y por eso hemos asistido a una utilización política de ese nuevo fantasma de la recesión, sin que los partidos en liza hicieran el mínimo esfuerzo por aportar alguna luz al necesario debate sobre su probabilidad. El presagio de la nueva recesión se ha utilizado de múltiples formas, para denunciar el veto del poder económico a un gobierno socialista que incluyera algunos ministros de UP; para explicar la persistencia del independentismo catalán en la vía unilateralista con objeto de escapar de la depresión económica en la que puede instalarse España, o para justificar que Sánchez no mantuviera la oferta de gobierno de coalición con UP. Puro fuego de artificio justificativo que ahorra la molestia de pensar, precisar y argumentar los análisis. Más aún tras conocer el preacuerdo de coalición recién firmado por Iglesias y Sánchez que desmonta de un manotazo todas esas creencias.