Evolución del empleo en la eurozona desde 2008

4911
nuevatribuna.es, 24 abril 2018

Los 19 países de la eurozona, tomados en conjunto, recuperaron en 2017 el nivel de empleo de antes de la crisis. ¿Crisis superada, por tanto? No tan deprisa. Una parte importante del nuevo empleo es más precario, de menor valor añadido y está peor remunerado. Así, debido a las reformas del mercado laboral llevadas a cabo en estos años y a las políticas de austeridad y devaluación salarial que se han aplicado con especial intensidad en los países del sur de la eurozona, el crecimiento del producto está siendo absorbido por las rentas del capital. Los grandes grupos empresariales multiplican sus beneficios y sobrepasan sus más altos niveles de rentabilidad de las últimas décadas mientras los salarios reales experimentan un lento avance.

Las rentas salariales, pese al crecimiento económico y a que la tasa de paro efectivo de muchos países de la eurozona se encuentra en mínimos históricos y cerca de la tasa de paro estructural, pierden peso específico en la distribución del valor añadido. Y los abanicos salariales se abren, contribuyendo a incrementar la desigualdad social y la inestabilidad política. Una parte significativa, aunque relativamente pequeña, de las clases trabajadoras en empresas bien conectadas con los mercados globales o con las nuevas tecnologías, mejora sustancialmente sus ingresos salariales mientras otra parte, más numerosa, recibe salarios que no permiten superar una situación de pobreza relativa. La mayoría mantiene sus salarios reales y su poder adquisitivo, pero no mejora su situación, a causa del deterioro de la oferta de bienes públicos, y ha interiorizado la percepción de que las nuevas generaciones no podrán mantener los niveles salariales ni las pensiones, derechos laborales, bienes públicos o calidad en las condiciones de vida y trabajo que se habían logrado con mucho esfuerzo y de los que habían disfrutado sus mayores.

Este es el tipo de reactivación económica que se inició a finales de 2013 y se ha fortalecido posteriormente, especialmente a partir de 2015, gracias a la intensiva creación de empleo neto: algo más de 6 millones de empleos en poco más de 3 años en el conjunto de la eurozona. Pero es una reactivación que descansa, y no de forma coyuntural, en una presión sobre los costes laborales (los salarios no siguen el crecimiento de la productividad del trabajo) y sobre el recorte de los bienes públicos, fenómenos que generan inseguridad y han empeorado la calidad de vida y las expectativas de futuro de una parte significativa de la ciudadanía. ¿Crisis superada, por tanto? No para todos. No para una buena parte de la mayoría social. No, de forma permanente. Las incertidumbres se mantienen y los riesgos de nuevas recaídas y crisis son numerosos.

En España, la evolución del empleo durante estos años es algo diferente y reviste aspectos de mayor gravedad. La pérdida neta de empleos fue mucho más intensa (más de 3 millones entre 2007 y 2013 para una población empleada de 20,6 millones) y la recuperación posterior de empleos aún está 1,5 millones por debajo de su nivel más alto de 2007.

Una mirada a la evolución del empleo en los últimos 10 años, una vez superado el momento álgido de la crisis (la tasa de paro de la eurozona alcanza su máximo del 12% en 2013), permite observar el alcance cuantitativo de la creación de empleo neto desde este último año, los límites y contradicciones de la reactivación económica que se ha producido en un aspecto tan sustancial como su impacto sobre el empleo y la redistribución del empleo en función de la edad de los trabajadores afectados.

El gráfico anterior refleja la evolución trimestral del total bruto de empleos creados y destruidos por diferentes tramos de edad (también, la evolución del empleo neto que refleja la línea continua de color negro) desde el estallido de la crisis en 2008 hasta el momento actual, con datos de Eurostat.

Lo primero que es obligado señalar es la recuperación del empleo neto destruido durante las dos recesiones sufridas por la eurozona (2008-2009 y 2012-2013). Se perdieron 7 millones de empleos netos que han sido compensados con la creación de otros 7 millones de empleos netos a partir de la reactivación iniciada en la segunda mitad de 2013.

Lo segundo, pero no menos importante, es que nunca, a lo largo de esta década, se ha reducido el empleo neto entre las personas mayores de 50 años. La destrucción de empleo neto afectó especialmente a las personas jóvenes (15 a 24 años) y, más aún, al muy numeroso sector de personas de edades intermedias (24 a 49 años).

Lo tercero, la pérdida de casi 13 millones de empleos en el periodo 2008-2013 entre las personas con tramos de edad de entre 15 y 49 años se compensó solo parcialmente con la creación de más de 6 millones entre las mayores de 50 años. La reactivación posterior ha generado 6 millones de empleos netos entre las personas de más de 50 años y otro millón más, entre los menores de 50 años. La reactivación de los últimos 4 años se ha sustentado, por tanto, sobre un fuerte crecimiento del empleo entre los mayores de 50 años, mientras las personas jóvenes o de edades intermedias han tenido escasas posibilidades de encontrar empleo. Menos aún, empleos dignos o duraderos.

Esta evolución tan desigual del empleo, en función de los diferentes tramos de edad, casi nunca se toma en consideración, pese a las importantes repercusiones que tiene en las distintas percepciones sobre las recesiones sufridas, la posterior recuperación y las mínimas expectativas de encontrar empleo que la reactivación genera en las generaciones jóvenes que se incorporan al mercado laboral.

La presión añadida que sufren los salarios a cuenta del aumento de la tasa de actividad y de ocupación entre las personas mayores (muy especialmente entre las personas de entre 60 y 74 años) que se han visto obligadas (y lo serán aún más en el futuro) a prolongar su vida laboral o volver al mercado laboral en busca de ingresos y empleos que compensen sus menguantes pensiones agravan la situación de los más jóvenes sin mejorar las rentas ni las condiciones de vida de las personas de más edad que se ven obligadas a prolongar su vida laboral.

Las cifras anteriores sobre la evolución del empleo en los distintos segmentos de edad permiten atisbar la extrema complejidad social que se está instalando en las sociedades de los países de la eurozona. Las percepciones sobre la reactivación de los diferentes grupos sociales son muy distintas. Además, el incremento de la fragmentación social contribuye a aumentar la tensión política e impacta, modificándolo sustancialmente, en el tablero político y electoral.

Las dificultades para la acción sindical, política y cultural de las izquierdas también aumentan como consecuencia de la salida a la crisis que están imponiendo la derecha conservadora y los grandes poderes económicos. Para ser eficaces, las propuestas de las izquierdas deben dirigirse y aunar al conjunto de las clases trabajadoras y de la ciudadanía progresista y de izquierdas, restañar la creciente fragmentación y división social con un proyecto de mayorías y demostrar que pueden defender realmente pensiones y empleos dignos, bienes públicos de calidad y derechos laborales, sociales y democráticos.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies