elpais.com, 02 de agosto de 2018
La obsesión de la inmigración está borrando las fronteras
ideológicas y políticas entre la derecha tradicional y los partidos de
extrema derecha populista. Solo España, Portugal, Irlanda y Grecia
quedan de momento fuera del ojo del huracán.
Sería un gravísimo error subestimar el significado de lo que está pasando en el tablero
europeo, con la crisis de dirección política de Europa y el auge del rechazo a la
inmigración. No es ni más ni menos que la victoria ideológica de la extrema derecha
sobre la derecha europea, con el telón de fondo de la despiadada política de austeridad
de la última década, que ha ensangrentado a las sociedades europeas. El ejemplo más
escalofriante es Francia, donde el dirigente de la derecha neogaullista, Laurent
Wauquiez, asume sin complejo la totalidad del discurso de Marine Le Pen y está
decidido a hacer de la inmigración el tema central de las próximas elecciones europeas.
Y, de hecho, todo indica que estas elecciones, en junio de 2019, cuya preparación ya ha
comenzado, girarán en torno a dos preguntas centrales: saber si la crisis actual de
Europa se solucionará con la profundización de la Unión, por lo menos entre los países
de la zona euro o si, bajo el signo del pragmatismo defensivo vigente, se impondrá una
mera cooperación intergubernamental sin otro objetivo que evitar la implosión de
Europa.