Prisma, 2 de abril de 2024.
La actualidad de los países, especialmente de aquellos marcados por la inestabilidad coyuntural, se explica mejor a través de determinados puntos de inflexión cuyos acontecimientos proyectan o invierten el rumbo de su historia inmediata. En el caso particular de Haití, estos acontecimientos actúan como capas solapadas que se acumulan y proyectan la imagen de un presente en proceso de degradación y un horizonte borroso. La historia de Haití refleja una especie de condena profética impuesta a un pueblo resiliente acusado de cometer el gran pecado de la rebelión prematura por partida doble: primero, por ser la primera república latinoamericana en independizarse y, después, la de elegir al primer presidente progresista en la región tras el final de la Guerra Fría.