InfoLibre, 14 de noviembre de 2020.
Ahora que tanto se discute sobre la desinformación, y se concentran los disparos en las redes sociales y en las noticias falsas divulgadas desde el anonimato con intereses políticos o económicos o simplemente malévolos detrás, no está de más advertir que una de las mayores debilidades democráticas es la desinformación protagonizada por los intermediarios institucionales, los dirigentes políticos y los medios de comunicación. No siempre esa acción de desinformar es tan evidente como la simple y llana mentira, sino que consiste muy a menudo en instalar una mirada parcial o distorsionada de la realidad para lograr unos efectos interesados o para desviar la atención de lo que alguien no quiere que los demás veamos.