Project Syndicate, 9 de diciembre de 2019.
Traducción de Esteban Flamini.
NUEVA YORK – Ya es evidente que estamos viviendo por encima de los límites del planeta. A menos que cambiemos algo, las consecuencias serán terribles. ¿Será ese algo la importancia que asignamos al crecimiento económico?
El cambio climático es el riesgo más importante que enfrentamos, y ya estamos viendo indicios de los costos. Y cuando digo “estamos”, incluyo a los estadounidenses. Estados Unidos, uno de cuyos principales partidos políticos está dominado por negacionistas del cambio climático, es el mayor emisor per cápita de gases de efecto invernadero y el único país que se niega a sumarse al acuerdo climático de París (2015). De modo que no deja de ser irónico que también se haya convertido en uno de los países con el mayor nivel de daños materiales relacionados con fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones, incendios, huracanes, sequías y heladas. Hubo en algún momento estadounidenses que esperaban que el cambio climático los beneficiara. Que, por ejemplo, se pudiera nadar en las aguas costeras del estado de Maine. Incluso hoy, unos pocos economistas siguen creyendo que no hay mucho de que preocuparse, mientras el aumento del promedio de temperaturas globales no supere 3 o 4 grados Celsius (en vez del límite de 2 °C fijado por el acuerdo de París). Pero es una apuesta temeraria: la concentración de gases de efecto invernadero está cerca de alcanzar su nivel máximo en millones de años, y si perdemos no tenemos ningún otro lugar donde ir.