El País, 14 de abril de 2021.
A la Monarquía no la derrumbó una guerra, sino su incapacidad para ofrecer una transición desde un régimen caciquil a otro reformista. La marcha de Alfonso XIII al exilio se convirtió en una fiesta multitudinaria.
La República era un “maravilloso sueño convertido en venturosa realidad”, decía Manuel Bartolomé Cossío semanas después de su proclamación. “La República es obra del pueblo”, escribió Gonzalo Queipo de Llano, entonces capitán general de Madrid. Llegó con “ilusión de masas y entusiasmo desbordante”, en una “borrachera de entusiasmo”, recordaba Valeriano Orobón Fernández, delegado anarcosindicalista en la Asociación Internacional de Trabajadores.