Abril de 2021.
Afrontar las consecuencias de la violencia es algo tan necesario como antipático. A nadie le gusta que le recuerden que aquí ETA asesinó a 850 personas; por pensar diferente, tener una profesión concreta o simplemente por no entrar en el grupo de los aceptados.
El olvido, y algo sabemos de ello en este país, siempre es una ruina. Porque oculta y margina hechos relevantes, pero también porque construye un estado irreal de superación. De esa forma, las heridas se quedan sin cerrar, y sobreviven como si fueran un testigo doloroso y nos recuerdan permanentemente que pudimos abordar las cosas de otra forma y no quisimos hacerlo.