El País, 6 de noviembre de 2006.
Los jóvenes han ideado formas alternativas de manifestar su descontento irritante para el régimen, pero insuficientes para desestabilizarlo.
Un mes y medio después de la muerte de Mahsa Amini bajo custodia policial, las protestas continúan en Irán. Numerosas mujeres se arriesgan a salir de casa sin velo y estallan manifestaciones espontáneas en campus universitarios y patios de escuela. Se denuncia la obligatoriedad del velo, pero también el hartazgo con un régimen que ignora el sentir de sus ciudadanos, viola sus derechos más elementales y los ha sumido en la pobreza. De ahí que la mayoría de quienes se echan a la calle sean jóvenes que no ven perspectivas de futuro en su país. Las imágenes que han logrado sortear la censura oficial han despertado en Occidente la ilusión de que, tras años de algaradas reprimidas, esta vez los iraníes logren un cambio que mejore sus vidas. Las dificultades son enormes.