Marzo de 2020.
No es nueva la idea de la accidentalidad de las formas de Estado. Siempre pensé
que quienes la defendían eran unos grandísimos oportunistas ansiosos de arrimarse al
sol que más calienta. La vida y la Historia son, sin embargo, maestras rigurosas que a
veces obligan a rectificar. Y esa obligación nos viene ahora exigida por la aparición
providencial de don Juan Carlos de Borbón.