El País, 18 de noviembre de 2018.
Decenas de menores españolas sufren mutilación genital cada año.
Las familias las trasladan a sus países de origen y regresan años
después mutiladas y casadas. Cada vez más madres luchan por
evitarlo.
La primera vez que a Aminata Soucko le vino la regla se pasó 20 días tumbada en la
cama. “Llorando”, añade. “El dolor era espantoso”. A Aminata le habían seccionado,
muchos años antes, el clítoris y los labios vaginales. También fue cosida. Sufrió, siendo
niña, una mutilación genital de tipo III, la más agresiva. “En Malí, como en otros países
de África, si no te duele la regla, está mal visto. Debes tener dolores o acabarás
señalada”, dice Aminata.