(InfoLibre, 30 de abril de 2019).
La España de la campaña electoral ha chocado con la España de las urnas; la
primera no ha estado a la altura de la segunda.
En la primera han abundado la ausencia de proyectos claros y de compromisos
para acometerlos; el recurso a las deformaciones y mentiras; la gesticulación agresiva,
encubridora de la vaciedad política.
En la segunda han hecho acto de presencia las mayorías que permanecieron
mudas en la campaña. Ha hablado la sociedad, la población, la gente.
Las urnas han derrotado a la campaña. Han permitido que emergiera la España
real: una sociedad que se ha transformado en las últimas décadas, en la que cobran peso
los mejores valores, como la solidaridad; unas mayorías sociales que no se dejan
dominar por el griterío reaccionario que querría devolvernos al pasado.
Los resultados han bajado a la tierra a Vox, que soñaba con una irrupción mucho
más brillante. Y han herido gravemente al PP de Casado, que pretendía ganar imitando
a Vox. Los genios del PP conocen mal a la sociedad; incluso a la derecha social.
La derecha entra en una fase en la que va a ser inevitable un nuevo reparto de
cartas, con un Ciudadanos ferozmente competitivo, dispuesto a luchar con uñas y
dientes para hacerse con la hegemonía.
Es ampliamente mayoritario el respaldo a los partidos contrarios a la derecha y
al centralismo reactivado en los últimos años.