Octubre de 2019.
La discusión sobre la pobreza y los instrumentos para combatirla, siempre presente en el
debate público de las sociedades con sistemas de bienestar desarrollados, ha cobrado intensidad
durante la última década ante el empeoramiento de algunos indicadores habitualmente
utilizados para estimar la magnitud de la población socialmente más vulnerable. España es
uno de los países que se citan con frecuencia como ejemplo de este deterioro. Más de uno de
cada cinco habitantes (21,5 por ciento) vivían en 2018 en hogares cuya renta total se situaba
por debajo del 60 por ciento de la mediana de ingresos (por unidad de consumo) de todos los
hogares; esta proporción había descendido respecto a 2014 (22,2 por ciento), pero a pesar de
la mejora en el mercado de trabajo registrada desde ese año, todavía se hallaba casi dos puntos
por encima de la registrada en 2008.
Todas las transferencias monetarias del Estado de bienestar se dirigen, directa o indirectamente,
a evitar la caída de los ciudadanos en situaciones de pobreza, pero hay programas
específicamente dedicados a aliviar las circunstancias en las que se encuentran quienes
carecen de recursos para satisfacer necesidades vitales de primer orden. Son los programas de
rentas mínimas que, en España, cuentan con más de 300.000 titulares y casi 800.000 beneficiarios.
Conocer mejor estos programas que conforman el sistema de garantía de rentas
mínimas español es el objetivo de este número de Panorama Social.