unicef, 2025.
La pobreza envenena la infancia y, por tanto, nuestro futuro común
Se cobra la vida de los niños y niñas, socava su salud y su desarrollo y limita su aprendizaje. Acarrea consecuencias que perduran mucho más allá de la niñez: los adultos que han crecido en la pobreza tienen peores perspectivas laborales, viven menos tiempo y son más propensos a la depresión y la ansiedad.
Además, la pobreza perjudica a las sociedades. Al impedir a los niños y niñas desarrollarse plenamente, mina la futura prosperidad económica. Al distinguir entre los que tienen y los que no, corroe los vínculos que nos unen. Y al dejar sin esperanza a las comunidades, genera las condiciones propicias para que imperen el extremismo y la violencia.