Jesús Urra
Nafarroa BAI ante las elecciones de 2.011
(Berrituz, octubre 2009ko urria)
Aunque estamos a un año y medio de las elecciones, éstas aparecen ya con fuerza en la prensa cotidiana y en las declaraciones de las fuerzas políticas. Por ello, siendo consciente de los innumerables interrogantes existentes, abordaré algunas facetas de las mismas con el deseo y con la preocupación, no lo oculto, de favorecer un cambio alternativo en nuestra comunidad.
El contexto electoral en Navarra
Como se puede apreciar en las encuestas, en la realidad, etcétera, a pesar de las turbulencias que sufren todas las fuerzas, continúa la estabilidad electoral de los tres grandes bloques electorales: derecha, socialista y tercer bloque electoral. Y, seguramente, se mantendrá una diferencia parlamentaria muy ajustada para cualquiera de las opciones de gobierno.
Esto no es contradictorio con el incremento de varias incertidumbres que están pendientes de despejarse. Las más significativas son el reparto de apoyos entre UPN y PPN, la disputa por la primacía entre PSN y UPN, la opción que tome el PSN en el futuro para la formación del gobierno, la obtención o no de una mayoría parlamentaria para el cambio, lo relativo al tercer bloque electoral: las disputas en su seno por la hegemonía y por el reparto de influencias entre sus diferentes fuerzas, el mantenimiento de Na-Bai, la presentación o no de Batasuna, etcétera. Así pues, el panorama está cargado de interrogantes en todas las direcciones. Ello puede provocar mayor apatía o un acicate extra en los respectivos electorados.
Me detendré en el análisis de las fuerzas del tercer bloque electoral por nuestra mayor implicación y porque es uno de los que ofrece más problemas e interrogantes. Y dentro del mismo abordaré más ampliamente el apartado de Na-Bai por las mismas razones y porque desempeña el papel más trascendente dentro de este tercer bloque.
Na-Bai
Se mantienen las premisas que dieron lugar a su nacimiento: el fracaso de la política de ETA/Batasuna en el largo periodo que se abre desde 1.979 hasta la ruptura de la tregua en el año 2.000 y el deseo de cambiar el rumbo y de impulsar el cambio desde las instituciones.
Na-Bai ha hecho un recorrido de cinco años, jalonado por su presentación en dos elecciones generales y en las forales y municipales de 2.007.
En su balance se pueden constatar aspectos positivos indiscutibles: el éxito electoral, la agrupación de un electorado mayoritariamente de izquierdas, nacionalista-vasco pero más amplio y heterogéneo en sus sentimientos de pertenencia, la conexión con una parte importante de los sectores sociales más partidarios del cambio, la unidad entre diferentes. No me extiendo en ello, pues resulta muy evidente.
Entre sus aspectos negativos se encuentra el fracaso del cambio. Fracaso que se ve agravado por la actual línea del PSN y por la maniobra de la derecha para impedirlo mediante la separación entre UPN y PPN [ojo, aquí hay errores de Na-Bai –como es, por ejemplo una incomprensión interesada de los problemas propios del PSN para la alianza a favor del cambio- junto a obstáculos reales o malas actuaciones del PSN ajenas por completo a Na-Bai]. Precisamente, la actual línea socialista y la maniobra de la derecha dificultan más el cambio y debilitan a Na-Bai.
Están también los problemas internos y las rivalidades partidistas de Na-Bai.
Pero a mi juicio, el principal error de Na-Bai es su inadecuación a las transformaciones producidas en la sociedad navarra durante las últimas décadas. Me estoy refiriendo a la respuesta inadecuada de Na-Bai ante la situación compleja de Navarra derivada de su pluralidad identitaria y de su diferencia profunda con la CAV. Las fuerzas abertzales, ampliamente hegemónicas en Na-Bai, no saben separar bien lo que es la defensa legitima de su ideario último y la política que es factible a día de hoy y a medio plazo en nuestra sociedad. Y la conclusión práctica es la confección de un mensaje confuso que no disecciona expresamente esos dos ámbitos: su perspectiva a largo plazo y el programa para estos momentos. De esta forma, muy a menudo se traslada una propuesta que no acaba de romper con algunas premisas del pasado: como si la mayoría de la sociedad navarra defendiera la unidad vasco-navarra.
Me estoy refiriendo a la situación excepcional de Navarra derivada de la acción y de la interferencia política de ETA. No es fácil sacudirse este yugo, que condiciona las alianzas, los mensajes, la actividad institucional de Na-Bai... Y de hecho Na-Bai no lo ha conseguido. Luego ahondaré más en ello.
Me estoy refiriendo, también, a la interferencia de la política abertzale procedente de la CAV. Este fenómeno es a veces muy sutil e incluso poco visible. Yo lo percibo en su mirada hacia los asuntos navarros, en sus intereses electorales o partidistas en la CAV… Y éste hecho condiciona sobremanera la política y la estética de Na-Bai: por ejemplo, la posición de Na-Bai ante la hoja de ruta de Ibarretxe -defendiendo una injerencia absolutamente inadmisible en los asuntos de Navarra- era algo claramente perjudicial para Na-Bai.
Resulta llamativa la inadaptación de Na-Bai ante las transformaciones producidas y la persistencia de viejos esquemas o de análisis desfasados que fueron diseñados por la izquierda abertzale en la transición, que encajan mal en la realidad y que cada vez más responden a los intereses particulares de ETA: la necesidad de exagerar la opresión nacional y de conferirle un dramatismo ajeno por completo a la inmensa mayoría de la población navarra. Así pues, se constata la dificultad de Na-Bai para desarrollar una política ajustada a dichas mutaciones, una política propia y con una mirada principalmente navarra, una política capaz de tejer lazos con el electorado y con las fuerzas navarristas de izquierda.
Si observamos la situación actual de Na-Bai, vemos que se mantienen varios de sus puntos fuertes fundamentales: el deseo de cambio, la unidad y la persistencia de ETA. Ahora bien, existen incertidumbre acerca de su solidez y un mayor escepticismo, que vienen provocados por la trayectoria de Na-Bai y por los obstáculos objetivos con los que tropieza el cambio... Asimismo, es evidente la evolución negativa del discurso oficial de Na-Bai (un mensaje excesivamente nacionalista-vasco, que le aísla de sus potenciales aliados, que le achica su espacio electoral), la ausencia de ideas innovadoras, la pérdida de la frescura suscitada en sus inicios, una actividad muy normalita, alejada de sus eslóganes como la poliética y sacudida por las rivalidades entre los partidos.
A mi juicio, estos rasgos negativos dan pié a conjeturas, a veces interesadas, sobre la continuidad de Na-Bai. Los riesgos que acechan a Na-Bai -en el supuesto de que se confirmaran- procederían, de la retirada de ETA (y del correspondiente reordenamiento de la izquierda abertzale, que podría afectarle a Na-Bai) y de la tentación de Aralar por establecer un dominio superior a su influencia social e inasumible para el resto de fuerzas.
No obstante, si alguien deseara en estos momentos romper Na-Bai, se encontraría con serias dificultades. Na-Bai es la mejor opción para el nacionalismo-vasco en Navarra y seguramente la más viable en las circunstancias actuales para la eficacia del tercer bloque electoral en las urnas. De hecho, el electorado premió a Na-Bai en las elecciones de 2.007 y castigó la división en las europeas de 2.009.
He aquí las luces y las sombras, las sumas y las restas de Na-Bai en la actualidad. Desde Batzarre con las premisas actuales apostamos por Na-Bai para las elecciones forales y municipales de 2011 y creemos que su mantenimiento es viable. Eso sí, las turbulencias, la inestabilidad, las disputas inter-partidarias… serán inevitables y habrá que convivir con ellas. Tampoco son enteramente descartables problemas muy serios.
Sin embargo, a mi juicio, Na-bai necesita renovar su proyecto. Na-Bai se halla en la encrucijada entre el conservadurismo continuista marcado por el pasado y por los esquemas de la izquierda abertzale diseñados en la transición… y las señales de cambio transmitidas por la sociedad navarra durante los últimos 30 años en varios temas clave.
Citaré varios ejemplos para ilustrarlo. Se constata la reducción y la acepción actual de Euskal Herria al ámbito cultural y el afianzamiento de Navarra como una comunidad independiente y, en consecuencia, la apertura de una perspectiva de incrementar y normalizar las relaciones con la CAV, pero descartando la unión vasco-navarra para los próximos años.
En la misma dirección, es necesario ser absolutamente claros y consecuentes, sin ninguna ambigüedad con la ineficacia y con la ilegitimidad de ETA: la lucha armada está completamente fuera de la realidad y su desaparición ha de ser sin precio político alguno; su intento de imponerle a Navarra un modelo unitario vasco constantemente rechazado por nuestra sociedad debe ser excluido sin guiño alguno mientras ésta sea la voluntad ciudadana. Tampoco merece una consideración positiva o neutral el proyecto anti-pluralista de ETA/Batasuna y hay que desmarcarse del mismo. Na-Bai ha de dar un trato exquisito a las víctimas de ETA, siendo consciente de sus errores del pasado y de la importancia actual y futura de esta materia.
Y aun reconociendo la dificultad practica para manejarse ante las continuas trampas que Batasuna (y en otro sentido la derecha) le tienden a Na-Bai, es indiscutible que no cabe el flirteo o la colaboración normal mientras estén en entredicho derechos tan elementales como la vida, como la tranquilidad y seguridad de cualquier ciudadano. Na-Bai necesita ganarse una mayor credibilidad ante la sociedad y especialmente ante el electorado socialista. Y, a día de hoy, no tiene ganada la batalla.
Batasuna. Su devenir va a estar dictaminado por la decisión que tome ETA sobre su futuro. El Estado ya ha fijado claramente su posición: aplicación rigurosa de la ilegalización. Batasuna continúa con una evolución negativa: la pérdida del gobierno en la CAV para la comunidad nacionalista-vasca merced a su exclusión electoral por la ilegalización, los perjuicios propios ante sus competidores abertzales por el mismo motivo, sin ninguna perspectiva de mejora en el horizonte por más que se mire en lontananza... Sin embargo, es justo reconocer que su desgaste es lento y que mantiene la centralidad en la izquierda abertzale de modo muy claro (europeas-09). En Navarra estos problemas se agigantan, ya que Na-Bai le genera una competencia electoral bastante mayor y la sociedad navarra rechaza a ETA con mayor virulencia. En lo que hace a las elecciones del 2.011 el debate sobre su posibilidad de presentarse creo que se mantendrá hasta el último momento añadiendo otra incertidumbre más al coktail electoral.
IU. Su tendencia electoral a la baja es evidente, sus problemas se acrecientan. No se ven atisbos para una mejora de aquí a dos años. Desde Batzarre valoramos negativamente estas tendencias. Frente a estas evidencias, hasta la fecha, con oscilaciones electorales muy acusadas, ha persistido un sector social que se sitúa a la izquierda del PSN. Con estos sectores sociales Batzarre posee similitudes equivalentes a las que tenemos con la izquierda social de Na-Bai. Siempre hemos tenido una preocupación máxima por tender puentes entre estas izquierdas y lamentamos de veras que no se pueda dar una colaboración electoral del conjunto del tercer bloque. Con toda probabilidad no será factible. En cualquiera de los casos, Batzarre intentará establecer la máxima colaboración entre las diferentes izquierdas en todos los espacios en los que sea posible.
Candidaturas unitarias de ámbito municipal. En la zona media y en la Ribera existen numerosas candidaturas unitarias de izquierdas o progresistas. Este hecho sucede, a juicio de Batzarre, o bien porque se trata de poblaciones reducidas; o bien porque existe una gran fragmentación (Na-Bai, IU, escindidos del PSN, independientes de estos partidos) y una gran debilidad de todos ellos. Batzarre ha defendido la línea de primar la alternativa municipal frente a la derecha y agrupar a las gentes de izquierdas que se sitúan fuera del PSN en candidaturas unitarias de izquierdas. Pensamos que la promoción de la propia sigla sería en detrimento claro del interés de la localidad. En cualquiera de los casos, estas realidades poseen dinámicas propias y escapan a lo que decidan los respectivos partidos.
El papel del cambio
Aunque sea de modo breve enunciaré algunos trazos de esta cuestión llamada a ser el centro de la lucha electoral desde ahora y en los próximos comicios. Este tema, además, adquiere suma importancia para Na-Bai, pues ocupa un lugar central en su propia constitución. Sin duda habrá que volver sobre el mismo de forma más desarrollada.
A primera vista, el cambio ha sufrido una evolución negativa. En el año 2.007 había un gran movimiento de opinión pública heterogéneo, asentado en PSN, Na-Bai e IU favorable al cambio, que por diferentes avatares se vio truncado. Se produjo la continuidad del gobierno de la derecha con el apoyo exterior del PSN. En el 2.008 las elecciones generales no refrendaron la debacle socialista auspiciada por la mayoría de Na-Bai: el PSN les gana el pulso a Na-Bai e IU. En el transcurso de estos dos años no han mejorado las cosas. Al revés, hay mayor pesimismo, menor expectativa, un desinfle del fenómeno ZP, una pérdida de atractivo de los gobiernos de izquierdas en Cataluña y Galicia, la irrupción de la crisis económica que centra las preocupaciones de la gente, unas relaciones empeoradas entre las izquierdas, una derecha más avisada. Es decir, de entrada nos encontramos con muchos problemas.
Siendo muy cierto todo esto, siendo muy consciente de los serios obstáculos para el entendimiento entre PSN y Na-Bai y dando por hecho que no está clara ni mucho menos la imprescindible mayoría parlamentaria, pienso que los diversos proyectos de cambio estarán en el centro del debate y volverán a polarizar la contienda política y electoral. Y lo veo así por su carácter mítico y porque encierra elementos muy variados y algunos de ellos muy profundos: responde al interés de la sociedad de izquierdas representada por PSN, Na-Bai e IU; hay ganas de desalojar a la derecha tras gobernar durante tantos años; hay una demanda profunda por parte del abertzalismo y del vasquismo navarros de no ser ninguneados y de poder estar representados en un gobierno de coalición de las izquierdas conforme a su peso electoral (un 20-28% del electorado) como cualquier otra corriente social de envergadura. Y del otro lado, desde la derecha, se va a producir una resistencia muy fuerte –como se pudo comprobar la vez anterior y como lo atestiguan los hechos- a abandonar el gobierno.
Por estas razones es completamente necesario trabajar el tema con todo detenimiento.
El cambio también ocupará un lugar estelar en el tercer bloque electoral junto a otras preocupaciones centrales como son la crisis económica y sus secuelas sociales, la defensa del estado de bienestar, la convivencia de identidades, la defensa del progresismo en Navarra, el problema de ETA… Y hemos de aprender de los errores del pasado y ser conscientes de que requiere un acuerdo sólido entre las izquierdas navarristas y pro-vasquistas, de que requiere un esfuerzo enorme de empatía y generosidad por parte de todos los agentes, y de que requiere creérselo de verdad. Sin esta actitud de fondo es difícil que pueda salir adelante. En esta ocasión no me extiendo más en ello.
Para concluir no me resisto a enunciar las cuestiones que constituyen, a mi juicio, los ejes o el núcleo duro de la orientación que el tercer bloque electoral -y especialmente Na-Bai- deberían pergeñar para el cambio. En unos casos simplemente los cito y en otros los desarrollo algo más. Veamos:
(1) Apostar por el cambio y resolver los problemas existentes para el cambio: me refiero a afrontar con todas de la ley la complejidad y la excepcionalidad de Navarra; el tratamiento a ETA que es uno de los principales problemas para la colaboración entre las izquierdas y para el cambio; una línea expresa para ganarse al electorado socialista para la colaboración con Na-Bai e impedir la maniobra de la derecha para atraer al PSN.
(2) Encajar las diferentes piezas para lograr el entendimiento de las izquierdas navarras: la principal responsabilidad recae en el PSN, pero al resto de las izquierdas nos corresponde una responsabilidad esencial para alcanzar dicho objetivo; sin una acción confluyente de las dos partes, no se conseguirá.
(3) El rechazo total de ETA y la crítica firme a Batasuna: las piezas centrales deberían ser una perspectiva prudente sobre la continuidad de ETA si ésta lo desea, la necesidad de su deslegitimación social, la crítica firme a Batasuna por su inconsecuencia política y moral, la autocrítica del abertzalismo y de la izquierda radical por algunos errores (el trato deshumanizado otorgado a las víctimas de ETA entre otros), la desaparición incondicional de ETA sin precio político, la reparación a las víctimas de ETA y a las “otras” víctimas producidas por la vulneración de los derechos humanos por el estado, el saneamiento de la democracia deteriorada por decisiones equivocadas de los jueces, por leyes restrictivas, por policías impunes..., una salida no revanchista tras la desaparición de ETA.
(4) Defender la convivencia de identidades en Navarra: partiendo de las identidades actualmente existentes, propiciando un modelo de integración compleja para Navarra, buscando nuevas bases sobre una síntesis razonable entre navarrismo, vasquismo y abertzalismo.
(5) Fortalecer y normalizar las relaciones entre la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) y Navarra: colocar en el horizonte la vía de la relación intensa más que la de la unificación para este período.
(6) Situar a Na-Bai como una fuerza navarra, independiente, sin que las fuerzas abertzales o pro-vasquistas renuncien a su ideario. Voy a detenerme en dos aspectos.
Na-Bai necesita imperiosamente adecuarse a las señales que viene emitiendo nuestra sociedad sobre su pluralidad identitaria y sobre su diferencia profunda con la CAV; estos fenómenos no son pasajeros, se pueden constatar durante siglos. El proyecto de unidad política territorial de los cuatro territorios en una sola comunidad política se ha mostrado inviable a corto y medio palazo. Por ello, hay que abrir otras vías de acercamiento. Na-Bai tiene que ganar credibilidad y centralidad en la sociedad navarra para avanzar y para normalizar la situación del abertzalismo y vasquismo en nuestra comunidad, para salir del aislamiento, para romper el desprestigio cosechado en las últimas décadas, para invertir su situación actual de lejanía, de desconfianza suscitada en los otros, para no recrearse en un victimismo permanente... Tiene que ganarse la confianza y la amistad del navarrismo de izquierdas y dialogante.
Y en esta fase de cambio, de transición, de readecuación que tanto le afecta al tercer bloque electoral, Na-Bai debería destacar la izquierda y el progresismo entre sus principales señas de identidad. Y debería presentarse en esta fase como una fuerza plural y abrirse dando cabida a gentes nacionalistas-vascas, pro-vasquistas e incluso a no-nacionalistas vascas, favorables todas ellas a un proyecto justo y equilibrado de convivencia entre las diferentes sensibilidades. Esto requeriría buscar un denominador común, una representatividad ajustada para todas las sensibilidades, una visualización de la pluralidad. Esta sería, a mi juicio, una visión ambiciosa, innovadora y realista conforme a nuestra sociedad.
(7) La izquierda navarrista necesita (y le conviene) un pacto con las izquierdas pro-vasquistas o abertzales desligadas de ETA.
En este período la centralidad del cambio reside en el acuerdo PSN-Na-Bai e IU. De igual forma, la primacía le corresponde al PSN por la clarísima hegemonía del navarrismo en nuestra sociedad, por su capacidad integradora (su posibilidad de pactar con unos o con otros, su centralidad en la sociedad, el hecho de ser la principal fuerza orgánica -y seguramente electoral- de la alianza...) Por ello, el PSN estuvo en el centro del huracán en el 2.007 y volverá a estarlo en la próxima ocasión, que se dé.
Además, hay un basamento común entre ambos bloques. Las similitudes de la izquierda navarrista con el vasquismo son mayores que con la derecha por varios motivos: el status social de sus electorados, su confluencia progresista, su sensibilidad y programa sociales, su tradición republicana y de izquierdas, su pasado histórico... Con la derecha comparte el proyecto navarrista (en parte, pues siempre ha mostrado una actitud más abierta hacia el vasquismo y en su electorado cuenta con un porcentaje importante, que se sitúa dentro del vasquismo cultural) y desgraciadamente comparte la persecución de ETA, algo que desde Na-Bai deberíamos tener más en cuenta.
Igualmente, así fue esta colaboración en el pasado, especialmente en el antifranquismo, aunque no estuvo exenta de límites evidentes (las desavenencias notables entre izquierdas y nacionalismo-vasco durante el período republicano, posteriormente durante la dictadura esa colaboración se circunscribía en su experiencia a un número de personas muy reducido). Sin embargo, los errores de unos y de otros torcieron esta trayectoria y propiciaron el desencuentro tras la instauración de la democracia. Hoy es ETA el principal obstáculo para iniciar en serio este acercamiento y para abrir una etapa nueva en Navarra.
En mi opinión, si hay voluntad sincera de sacar adelante esto, existe una confluencia de intereses suficiente para lograrlo. Analizando el mapa electoral es difícil que se produzca un cambio fuerte y cualitativo sobre los tres bloques político-electorales, que, con sus dientes de sierra, se repiten desde hace 30 años; y en esas condiciones ambas izquierdas se necesitan. Hay sectores sociales de los dos bandos, que demandan un proyecto integrador. Ensanchar estos sectores debe ser uno de los grandes retos de Na-Bai. Así percibe la derecha este peligro y trata de impedir como sea el cambio inter-identitario.
La izquierda navarrista se halla en condiciones inmejorables para preservar su identidad navarrista y para disputar los sectores electorales que basculan entre ambas izquierdas, pues los deseos ampliamente mayoritarios de la población navarra avalan sus tesis navarro-españolas.
Por otro lado, el PSN debe adecuarse a la nueva situación del vasquismo navarro tras la irrupción de Na-Bai; a la larga si ETA desaparece, si el abertzalismo y el vasquismo avanzan en la adecuación a la sociedad navarra del siglo XXI y apuestan por proyectos más integradores, le obligaran a moverse. Además tiene que definir su línea frente a la derecha y exponer con claridad sus límites y sus exigencias para un acuerdo con las izquierdas pro-vasquistas o abertzales desligadas de ETA. La indefinición practicada durante estos años le ha resultado claramente perjudicial, a mi juicio. Precisamente es el momento y la oportunidad de liderar (o co-liderar) un proyecto potente de reformas.
(8) Un programa potente de reforma social y de avance progresista
Este capítulo debe ser el más importante: una combinación de la defensa, avance y desarrollo del Estado de Bienestar para la mayoría social con un plan de medidas de todo tipo frente a las repercusiones de la crisiseconómica sobre los sectores más desfavorecidos.
Dejo para otra ocasión el entrar con más detenimiento en los problemas serios que plantea la gestión de un plan realista de cambio. Este es el principal nudo gordiano de la cuestión.
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