Paloma Uría
«Las mujeres siguen atrapadas en la
dedicación a los hijos y la casa»
Entrevista realizada por Inés Gallastegui.
Ideal (Granada), 26 de enero de 2010.

Profesora de Lengua y Literatura y ex diputada de IU en la Junta General del Principado de Asturias, Uría pertenece al movimiento 'Otras feministas', que rechaza la victimización de las mujeres y la caracterización maniquea de los varones como 'malos' y las féminas como 'buenas'. Acaba de publicar El feminismo que no llegó al poder, Madrid: Talasa, 2009.
-¿Qué es el feminismo que no llegó al poder?
-El movimiento feminista que comienza a desarrollarse en España tras la muerte de Franco, formado por organizaciones y asambleas, que durante un par de décadas mantiene una actividad de debate y de calle, de agitación, contracultural, subversivo, transgresor... Quedó deliberadamente al margen del feminismo más institucional e ideológicamente se fueron diferenciando. Ahora hay distintas maneras de entender cuáles son los derechos de las mujeres y cómo se debe combatir por ellos. Y no siempre son contradictorias.
-¿Qué ha cambiado en la situación de las mujeres desde la Transición?
-Partiendo de una falta de derechos escandalosa, con la llegada de la democracia y por la presión del movimiento feminista se fueron consiguiendo derechos igualitarios. En estos momentos, formalmente los derechos de las mujeres son iguales a los de los hombres. También se ha conseguido mucho en el terreno de la dependencia y la sexualidad: la separación entre reproducción y sexualidad, el derecho de las mujeres al placer sexual, el respeto a las prácticas no heterosexuales... Pero queda mucho camino por recorrer.
-¿En qué ámbitos?
-Por ejemplo, la reforma de la Ley del Aborto es un paso importante, pero se quedó un poco corta. La libre decisión de las mujeres se fija en 14 semanas, que es bastante menos que en los países más progresistas de Europa, donde está en torno a las 20 ó 22. No queda claro cómo se va a desarrollar el derecho a la objeción de conciencia en la sanidad pública. Y no se está llevando a cabo una verdadera educación sexual: en una sociedad en la que la gente joven ha perdido el respeto al sexo y mantiene una actitud liberal y promiscua, el desconocimiento de la sexualidad todavía es muy importante.
-¿Y la conciliación de la vida laboral y familiar?
-Es uno de los temas más urgentes. El principal obstáculo para que las mujeres ejerzan en igualdad de condiciones el trabajo y la promoción profesional es su dedicación a los niños y a las personas dependientes. La Ley de Igualdad es un primer paso, pero muy tímido. Las mujeres siguen muy atrapadas en la dedicación a los hijos y a la casa.
Horarios compatibles
-¿Eso se soluciona con medidas legislativas o con educación?
-Son complementarias. El cambio de mentalidad es fundamental y en eso el movimiento feminista hizo mucho. Según las encuestas, la mayor parte de la población considera que los hombres deben realizar el trabajo doméstico igual que las mujeres, pero luego no lo practica. Es importante insistir en la educación, pero también hay que ayudar con incentivos. Está bien ampliar los permisos por paternidad a 15 días, pero quizá el Estado debería ser más osado y hacerlos obligatorios, como en otros países. En el movimiento feminista del pasado pedíamos corresponsabilidad de los hombres, pero insistíamos mucho en los servicios sociales: guarderías, comedores... Hoy todo eso no está en la agenda del movimiento feminista ni del Estado. Van más por ampliar permisos de maternidad; hay esa idea de que las mujeres tienen que dedicarse a los hijos, que los niños necesitan a las madres... Bueno, no digo que no sea así, pero hay que compatibilizar y exigir esos servicios sociales. Si las escuelas de 0 a 3 años se ponen en marcha de verdad, con dinero y horarios compatibles con los horarios laborales, puede ser un gran avance.
-La Ley de Violencia de Género, recurrida por ser discriminatoria para los hombres, ¿puede volverse contra las mujeres?
-La ley es positiva, pero tiene temas discutibles. Por ejemplo, el automatismo de la orden de alejamiento, incluso en condenas por delitos poco graves, en casos de insultos o de maltrato ocasional. Creo que es excesivamente penalizadora en algunos aspectos. El Gobierno debería reflexionar sobre la modificación de ciertos aspectos y el desarrollo de otros muy interesantes que, por falta de presupuesto o de formación, no se llevan a cabo, como las medidas de prevención y de rehabilitación de los maltratadores.
-Otra regulación pendiente es la de la prostitución...
-El feminismo está muy dividido: hay un sector abolicionista y otro sector que aboga por perseguir la trata de personas y reconocer los derechos laborales de las prostitutas. No se puede olvidar a todo un sector de mujeres que viven de la prostitución y que, porque no encuentran otra cosa o porque les proporciona suficientes beneficios económicos, quieren seguir ejerciendo. Pero claro, en otras condiciones.
-La nueva Ley del Aborto se ha convertido en la bestia negra de los sectores más conservadores del país...
-Sí, pero es curioso, porque el PP estuvo gobernando durante ocho años y no se planteó reformar la ley. Y la ley anterior permitía abortar con bastante facilidad, aunque era tan ambigua que se prestaba a denuncias. Hay una oposición de la jerarquía de la Iglesia católica, cada vez más reaccionaria en sus posiciones morales, y una utilización electoralista del PP. Porque es una práctica que a nadie gusta, pero que está aceptada en casi todas las sociedades democráticas europeas. |