Rémi Barroux
La tensión social crece en los países emergentes
Le Monde, 20 de agosto de 2010.
Traducción de Página Abierta, 210, septiembre-octubre de 2010.
De las huelgas de trabajadores del automóvil en India a las luchas en las minas africanas, de los suicidios de asalariados chinos a asesinatos de sindicalistas colombianos, las tensiones sociales se avivan en los países emergentes. El incremento de cuestiones relativas al medio ambiente y a la salud en el trabajo o las movilizaciones contra la precarización del empleo son constantes. Es el panorama en América, en Asia y en África.
Con la crisis mundial, las reivindicaciones frente a la degradación de las condiciones de trabajo y de poder de compra se han multiplicado. En China, explica Raymond Torres, que dirige el instituto de investigaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), «los asalariados reivindican porque se encuentran en una posición más fuerte: la reserva de mano de obra comienza a agotarse y una nueva generación de asalariados, que tiene más estudios, se encuentra menos sensible a las presiones ideológicas del régimen».
En el sector del automóvil, en Asia o en América Latina, los conflictos son cada vez más frecuentes. Los sectores estratégicos de la industria petrolera y minera se reestructuran. La petrolera británica Shell piensa retirarse de 21 países de África, suscitando la inquietud de los asalariados. Las cesiones y absorciones de sociedades modifican los términos de los contratos de trabajo, con el resultado de la externalización de numerosos asalariados. Es uno de los principales motivos de conflictos.
En India, el movimiento sindical, fragmentado y muy politizado, ha llamado a la huelga general para comienzos de septiembre, para protestar contra la política gubernamental de «recortes en el código de trabajo». La reivindicación de un “trabajo decente” ha llegado a ser la preocupación principal de la OIT y de la Confederación Sindical Internacional (CSI) [175 millones de afiliados de 311 organizaciones en 155 países]. La CSI llama a una jornada mundial de movilización sobre este tema, el 7 de octubre.
La atención de los sindicatos a los problemas medioambientales es reciente, pero parece sincera. La crisis económica convierte en urgente la búsqueda de nuevas salidas, y el desarrollo de la economía verde podrá crear centenares de miles de empleos nuevos. Pero ésta no es la única razón. «Si la mayor parte de los conflictos se centran únicamente en las cuestiones sociales y los problemas de supervivencia –explica el senegalés Mamadou Diallo, responsable de la cooperación de la CSI–, sabemos que la degradación del medio ambiente, como la progresión de la desertización, la erosión de los suelos o la desecación de los grandes lagos africanos, modifica la suerte de las poblaciones».
Las luchas por la preservación de los territorios contra la expansión de grandes compañías mineras recaen a menudo en esos sindicatos, como el ejemplo de Chile y de Guatemala.
El respeto de los derechos sindicales y de las coberturas sociales constituye una causa importante de protestas. De hecho, las violencias son numerosas: represión, encarcelamiento, despido, desplazamiento de sindicalistas... El informe anual de violaciones de derechos sindicales, establecido por la CSI, se hace eco de 101 sindicalistas muertos en 2009 (contra 76 el año precedente), de los cuales 48 sólo en Colombia.
Los encarcelamientos de militantes son frecuentes en Irán, en Zimbabue, en Corea, en Honduras, etc. Y las violaciones de los derechos sindicales son numerosas en Rusia, en Egipto, en Turquía o en Corea del Sur. Más en general, el incremento de la violencia antisindical es inquietante, especialmente, en América Central, en Panamá o en Guatemala...
«El pluralismo sindical es a menudo mal aceptado por nuestro propios afiliados, pero, hoy, esto cambia, y nosotros tratamos de promover lazos con organizaciones independientes». La declaración proviene del británico Guy Rider, antiguo secretario general de la CSI.
En numerosos países, como en Argelia, los conflictos son dirigidos por los sindicatos no afiliados a la CSI y movimientos nacidos de la sociedad civil. Para luchar contra la retirada de África de Shell, los trabajadores se están organizando, de Casablanca (Marruecos) a Ouagadougou (Burkina Faso), en la red social Facebook, creando un grupo «Shell people are not for sale» («Los asalariados de Shell no están en venta»). Lo que está en juego para el sindicalismo es integrar estos nuevos parámetros.
Otro reto: los sindicatos, en particular en África, deben representar a los trabajadores de la economía informal. El desarrollo de esta economía paralela, que engloba a 1.800 millones de personas, o sea, la mitad de la población activa mundial, acrecienta la pobreza, estima la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y genera conflictos. Los dos terceras partes de la población activa podrían encontrarse sin contrato de trabajo y sin protección social en 2020. |
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