Marzo de 2021.
Sentí indignación y escarnio, si es que no repugnancia, al ver en la prensa del día la foto (El País, 10/01/2021) del embajador de EEUU en Marruecos, David Fischer, junto al mismísimo subsecretario de Estado de EEUU, David Schenker, posando en la ciudad saharaui ocupada de Dajla, con la enseña del ocupante marroquí al fondo, como prolongación de la ‘obra magna’ del desequilibrado Donald Trump, quien en las postrimerías de su farragoso mandato presidencial había ‘proclamado’ (el 10 de diciembre, ¡nada menos que el Día Internacional de los Derechos Humanos!) -unilateralmente y contraviniendo los más elementales principios del Derecho Internacional– la tan ansiada soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, publicitada urbi et orbe por el reaccionario régimen alauita, a pesar del dictamen contrario de la Corte Internacional de Justicia (1975), de las sucesivas sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), de la doctrina jurídica internacional y del reconocimiento de la República Saharaui (miembro fundador de la Unión Africana, UA) por más de 80 países.