Galde, otoño de 2020.
La introducción de una Renta Básica universal e incondicional (RB) se presenta por parte
de sus defensores como un cambio «tan sencillo como revolucionario», una «idea simple y
sencilla» que, sin embargo, desencadenaría profundos cambios: la RB eliminaría la
pobreza, reduciría la desigualdad, evitaría el estigma asociado a las prestaciones
asistenciales, garantizaría ex ante la libertad individual y el derecho a la existencia material,
mejoraría la capacidad de negociación de los trabajadores, reduciría las desigualdades de
género, provocaría mejoras en el estado de salud mental de la población, fomentaría el
emprendimiento y la realización de tareas autotélicas y evitaría la degradación del medio
ambiente.