nuevatribuna.es, 24 de agosto de 2022.
El pasado 24 de febrero, el Kremlin ordenó a las tropas rusas invadir Ucrania. De eso hace ya seis meses. Desde entonces, una guerra de agresión se desarrolla a las puertas de la Unión Europea (UE). Una guerra que, como todas, sigue suponiendo espantos y amenazas sin fin, especialmente para Ucrania, que se concretan en muertes, destrucción y millones de lágrimas y personas refugiadas, desplazadas y malheridas. Un desastre humanitario y una catástrofe económica cuyas ondas destructivas ya han alcanzado también a Rusia, que está en recesión y permanecerá así en lo que queda de 2022 y en 2023 (según recientes previsiones del Banco de Rusia), y se expanden por todo el mundo, aunque afectan especialmente a los países más pobres, amenazados con próximas y masivas hambrunas, y a los Estados miembros de la UE, en forma de alta inflación, notable y masiva pérdida de poder adquisitivo y ralentización de la actividad económica.