El País, 24 de febrero de 2023.
Lo que teme Moscú no es que Kiev se integre en la OTAN, sino que sea democrática y realmente soberana. El desenlace de la guerra aún está en juego, pero Rusia ha perdido a los ucranios para siempre.
Vladímir Putin ha fracasado hasta el momento. No ha conseguido doblegar Ucrania, como evidentemente pensaba que pasaría, y como hizo creer a su población y a otros Estados (China, muy en particular) para que lo apoyaran. Este hecho habla por sí mismo. Debilita la imagen del poder ruso, por dentro y por fuera y, en cambio, afianza la existencia de Ucrania, cada día un poco más. La respuesta colectiva de la población, ya sea de origen ucranio o ruso, está acelerando —alcanzado ya probablemente un punto de no retorno— el proceso de construcción nacional e institucional, iniciado en 2014 tras los primeros y fracasados intentos de la revolución naranja de 2004. Y tras las contraofensivas ucranias, la idea de que Kiev podría ganar la guerra ya no es impensable.