Una victoria de las víctimas del terrorismo

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politica.elpais.com, 20 abril 2018

Nadie pensaba que un día ETA reconocería el daño causado a sus víctimas en vísperas de su disolución que se consumará el 5 de mayo.

 

Durante los años de plomo, nadie pensaba que un día ETA reconocería el daño causado a sus víctimas en vísperas de su disolución que se consumará el 5 de mayo, seis años después de cesar su trayectoria de medio siglo de terrorismo. Nadie lo pensaba entonces porque las víctimas del terrorismo estaban consideradas un actor secundario en aquella tragedia. El reconocimiento inédito de ETA lo es de la victoria de la persistencia de la sociedad, de las instituciones democráticas y de las propias víctimas del terrorismo por situarse en el centro del relato democrático.

Tras el cese definitivo del terrorismo, en 2011, el Gobierno central, el vasco y asociaciones diversas no sólo multiplicaron los actos de reconocimiento a las víctimas sino que los situaron en el eje de su discurso político sobre esta trágica historia. Ese discurso ha cuajado. Por eso, ETA se ha visto obligada a emitir este comunicado.

ETA, por vez primera, no sólo reconoce el daño causado a sus víctimas. Dice, incluso, que “nada de todo ello debió producirse jamás” o que “no debió prolongarse tanto en el tiempo”. Es un paso en su trayectoria. Pero llega con retraso porque la sociedad vasca, liderada por sus instituciones democráticas, ha avanzado mucho más en el reconocimiento a las víctimas y en el discurso político sobre ellas.

Es en el relato que rodea a este comunicado donde se comprueba el retraso de ETA. Pese a lamentar el sufrimiento de sus víctimas, trata de justificar su historia cuando dice: “El sufrimiento imperaba antes de que naciera ETA y ha continuado después de que haya abandonado la lucha armada. Las generaciones posteriores al bombardeo de Gernika [en referencia al ataque de la avión nazi, con la autorización de Franco, que en 1937 arrasó la villa histórica vasca] heredamos aquella violencia y aquel lamento y nos corresponde a nosotros que las generaciones recojan otro futuro”.

ETA trata de buscar su justificación en la Guerra Civil y repartir responsabilidades sobre la violencia con las instituciones democráticas por la existencia del “conflicto”. “Entendemos que muchos consideren y expresen que nuestra actuación ha sido inaceptable e injusta […] Para otros muchos también han sido totalmente injustas, pese a utilizar el disfraz de la ley, las acciones de las fuerzas del Estado y de las fuerzas autonomistas que han actuado conjuntamente”, dice ETA. Su conclusión es: “Reconozcamos todos la responsabilidad contraída y el daño causado”.

ETA adelanta, en este comunicado, el relato de su trayectoria que choca con el de las instituciones democráticas y con el de los partidos vascos, excepto Bildu, que asumen que la banda no tuvo justificación, con un historial impresentable de más del 90% de sus más de 800 asesinatos cometidos durante la Transición y la democracia.

El relato que ETA trata de imponer no se sostiene. La inmensa mayoría de la sociedad vasca y de los partidos que la representan saben que ETA no sólo no tuvo justificación sino que trató de desestabilizar las instituciones democráticas y autonómicas recién nacidas. La mayor cantidad de asesinatos se produjo en 1978, año de aprobación de la Constitución; en 1979, en que se refrendó el Estatuto; y en 1980, en que se formó el primer Gobierno vasco tras la Guerra Civil. ETA fue una de las excusas de Tejero para intentar el golpe del 23-F. Fue, además de terrorista, una organización reaccionaria, al atentar contra los avances democráticos de vascos y españoles. En su comunicado no hay autocrítica sobre ello.

Su comunicado muestra, también, insensibilidad en el trato a las víctimas al distinguirlas. Muestra “respeto” para “los muertos, los heridos y las víctimas que han causado las acciones de ETA”. Y las distingue de las “víctimas que no tenían una participación directa en el conflicto”, a las que pide “perdón”. Una distinción que ha generado malestar en las asociaciones de víctimas. También en la generalidad de la sociedad vasca, que no hace esas distinciones desde hace tiempo.

ETA va a desaparecer. Pero a la izquierda abertzale le queda una tarea importante en el reconocimiento del daño injusto causado a las víctimas y su relato. Es clave para afianzar la convivencia, la gran tarea pendiente de la sociedad vasca.

Aunque en el comunicado no hace mención alguna a sus presos, no cabe duda de que ETA lo ha hecho pensando en ellos. Es su principal problema y sabe que el reconocimiento del daño causado a las víctimas por parte de los presos de ETA es un requisito legal básico para la mejora de su situación carcelaria (cambios de grado, salidas de fin de semana, etcétera). Con este comunicado, ETA pretende dar cobertura política a sus casi 300 presos para que se acojan a los beneficios penitenciarios.

Al margen de lo que ETA diga en su comunicado, el Gobierno vasco y la mayoría de los partidos de esta comunidad consideran que la desaparición de la banda debe suponer un cambio en la política penitenciaria del Ejecutivo central, pensada para la etapa terrorista. El acercamiento de presos y el impulso a la reinserción, ensayado en la etapa de Alfredo Pérez Rubalcaba como ministro del Interior, es una exigencia democrática, adecuada al momento, diga lo que diga ETA.

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