Amartya Sen, el niño bengalí que vio el hambre de cerca y acabó humanizando la economía

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El País, 17 de octubre de 2021.

 

Cuando uno lee a Amartya Sen lamentarse en Un hogar en el mundo, sus memorias de
juventud, de “lo poco” que ha logrado en la vida, dan ganas de proponerlo para el Premio
Nobel a la Falsa Modestia… si no fuera porque ganó el de Economía en 1998 “por sus
investigaciones sobre la economía del bienestar”. Pocas existencias se antojan más plenas
que la de este intelectual trotamundos, que aportó un punto de vista filosófico a la teoría
de la elección social, fue pionero al aplicar el enfoque de capacidades para tratar la
desigualdad y contribuyó a crear el índice de desarrollo humano (IDH) de la ONU. Basta
con lo que cuenta el libro, y eso que sus recuerdos se detienen recién cumplidos los 30,
antes de sus influyentes estudios sobre el hambre y la pobreza. “Tengo 87 años, pero aún
me quedan muchas cosas por hacer”, dijo Sen el primer sábado de octubre durante una
entrevista en el jardín trasero de su casa de dos plantas de Cambridge (Massachusetts).
Aquí, entre ciruelos y acebos, vive con su tercera esposa, la historiadora británica Emma
Rothschild, a pocas calles de la Universidad de Harvard, donde enseñó Economía y
Filosofía entre 1987 y 1998 y desde 2004 hasta su jubilación. Sen se había lesionado la
espalda el día anterior haciendo ejercicio con su entrenador personal y se movía a una
velocidad imperceptible. Está citado el viernes en Oviedo para recoger el Princesa de
Asturias de Ciencias Sociales, pero el médico le ha desaconsejado el viaje.

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