Cuatro proposiciones sobre el Imperio español e Iberoamérica

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Octubre de 2021.

 

“Desde el siglo XVI muchos escritores europeos, seguidos en el siglo XIX
por los hispanoamericanos, marcaron a la dominación española y
portuguesa con los hierros del oprobio; para restablecer un poco el
equilibrio de la balanza, bastará recordar que en nuestros países, por más
terrible que haya sido su condición, los indios escaparon de la suerte que
sufrieron sus hermanos en el norte del continente: el exterminio”.

Octavio Paz, Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe.

 

1ª Proposición: es preciso desechar las mentiras para analizar con objetividad este
problema histórico.

¿Qué es mentir? Es posible acudir al Primer Diccionario de La Lengua, de 1611,
elaborado por Sebastián de Cobarruvias, para saber que ya entonces estaban muy claros
los conceptos del significado de ese verbo (Cobarruvias, 1979, p. 800). Mentir, decía este
texto en su ortografía original, es:

“No dezir verdad maliciosamente.”

Este procedimiento mendaz ha sido y es utilizado por los promotores de la leyenda negra,
la que no quiere ver en el Imperio español de América más que el crimen, el fanatismo,
la codicia y el asesinato en masa de los aborígenes. Pero también es empleado por los
defensores del narcisismo imperial español, hoy renacido entre la ultraderecha política,
quienes no contemplan en la acción americana del Imperio más que un gran transporte
religioso de supuesta civilización cristiana, idioma castellano triunfante y valentía a
raudales de los descubridores españoles. Ni qué decir tiene que unos y otros, adictos a la
mendacidad unilateral, carecen de razón histórica y de toda ponderación ética.

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