infolibre.es, 03 de septiembre de 2018
“Los que aún recordamos los prodigiosos días vividos en abril de 1931, de cómo no
cabíamos de contentos, saltábamos de placer; el júbilo colectivo, el holgarse, el
baño de alegría, las demostraciones de regocijo al sacar los presos de las cárceles,
los abrazos, las lágrimas que nos saltaban al ensanchársenos el pecho, las mil
ilusiones, la bulla, la animación que producían todas las esperanzas permitidas,
jamás podremos resignarnos a la pérdida de aquel Paraíso entrevisto”. Esto lo
escribió Max Aub el 14 de abril de 1962, en su exilio mexicano. La alegría duró
poco, apenas cinco años con el cerco siempre encima de las derechas políticas, los
militares facciosos, los ricos y la Iglesia. En julio de 1936 llegó el golpe de Estado
fascista que abrió las puertas a la guerra larga. Tres años después, en abril de 1939,
la guerra terminó y con ella no llegó la paz, sino la victoria. La victoria del
fascismo. Al revés de cómo acabó la Segunda Guerra Mundial, con la derrota del
fascismo italiano y el nazismo alemán, en España la derrotada fue la Segunda
República.