Público, 4 de diciembre de 2021.
La muerte de Miquel Grau no fue un hecho aislado, ni accidental, ni un asunto entre jóvenes que acabó en tragedia. Su asesino, Panadero Sandoval, la noche del 6 de octubre de 1977, vio a un grupo que pegaba carteles en la fachada junto al portal de su casa; convocaban a la primera manifestación del 9 de octubre, el Día Nacional del País Valencià, cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo. Un crimen político en el marco de una violencia creciente contra quienes se atrevían a aceptar las propuestas de un cambio que nacía sin marcha atrás.