El Che, vida y milagros

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Letras Libres, 28 de febreros de 2007.

 

Mucho antes del día en que partiera de costas mexicanas rumbo a Cuba, la historia hispanoamericana anunciaba –casi en el sentido religioso del término– a un personaje como el Che Guevara. El personaje llegó a la cita, en el lugar y el momento oportunos.

 

No olviden a este pequeño condottiero del siglo XX”, escribió el Che Guevara a sus padres antes de embarcarse hacia Bolivia, la estación final de su singular aventura. La revolución que contribuyó decisivamente a hacer, la utopía comunista que a fuerza de voluntad quiso y no pudo construir, los dos, tres, muchos Vietnams que soñó y no pudo encender, la emulación de su trayectoria por parte de miles de jóvenes que marcharon a la sierra para construir al “hombre nuevo” o encontrar la muerte heroica, la secuela de desolación y sangre que dejaron las guerrillas desde México hasta la Argentina, eran trazos vagamente inscritos en la historia mucho antes del 25 de noviembre de 1956, día en que Guevara partiera de costas mexicanas, junto con Fidel Castro y un puñado de compañeros, rumbo a Cuba. La historia hispanoamericana anunciaba –casi en el sentido religioso del término– a un personaje como Guevara. Y el personaje llegó a la cita, en el lugar y el momento oportunos. A partir de entonces, no sólo la América hispana sino el mundo entero tendría amplias razones para recordar a ese condottiero del siglo XX.

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