infoLibre, 22 de junio de 2020.
Hace varios siglos el Apóstol San Pablo en su Epístola a los Romanos sostuvo,
siguiendo las tradiciones bíblicas, que todo el poder procede de Dios. En los siglos
posteriores esta idea fue recogida y reforzada por numerosos teólogos que llegaron
incluso a sostener esta teoría hasta tiempos muy recientes, y así se puede comprobar
repasando los textos de algunas constituciones, elaboradas cuando ya se había
producido la Revolución Francesa y la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano. En consecuencia, nadie podía exigir responsabilidades al Soberano sin
ofender a Dios, que le había otorgado su poder.