Jugar con fuego

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El País, 28 de abril de 2021.

 

No estamos en los años treinta. Nadie propone hoy seriamente liquidar la democracia, pero los discursos del odio pueden provocar a las mentes enloquecidas y abren el camino a la brutalización de la política.

 

Mala cosa es que en la política española dominen términos y modales tan violentos, tan descalificadores para el adversario. Y hay quien compara la situación actual con la de la primavera del 36. No lo creo. Pero no hay que jugar con fuego.

No estamos como entonces porque han desaparecido las causas profundas, estructurales, que originaron aquel enfrentamiento: no existe ya tanto atraso económico en relación con la Europa avanzada, ni tan brutales diferencias en la distribución de la propiedad agraria, ni el arraigado intervencionismo militar, ni los abismos culturales entre un catolicismo en guerra con el mundo moderno y un jacobinismo dispuesto a quemar iglesias y matar curas. Hemos superado aquellos problemas seculares. España es un país mucho más moderno, pacífico y con un nivel económico y cultural similar al resto de Europa ;tenemos una democracia consolidada y una potente clase media que tendría mucho que perder en una catástrofe política como la vivida en los años treinta. Son, en resumen, situaciones absolutamente incomparables.

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