nuevatribuna.es, 17 de enero de 2019.
Ya tenemos un Gobierno de coalición progresista. Sabemos que es progresista por lo que dice, por su programa y las primeras medidas aprobadas, por la gran mayoría de sus componentes y por la actitud hostil de la derecha más cerril para impedir la investidura y, después, para armar todas sus terminales en los diferentes poderes del Estado y activar la oposición de las elites (económicas, religiosas, culturales…) que tienen un poder efectivo autónomo y están dispuestos a ejercerlo en defensa de sus privilegiadas posiciones. Hasta aquí, todo en orden. Nada que pueda resultar extraño.