Público, 7 de abril de 2020.
Fue el presidente chino Xi Jinping el primero en llamar a la «guerra popular» para
frenar la epidemia del nuevo coronavirus. Una guerra popular que evocaba la vieja
consigna movilizadora maoísta que llevó al triunfo de la revolución. Y a medida que
el virus se propagó por todo el mundo, gobiernos de aquí y de allá se sumaron al
lenguaje belicista para convertirnos a todos en disciplinados soldados dispuestos a
vencer al enemigo común: el Covid-19. Y como en toda «guerra», los daños
colaterales se acumulan, abriendo otros frentes en los que la pandemia es solo el
argumento de un conflicto mucho más amplio y cuyos ecos perdurarán más allá de
ella.