Azza Soliman, junio 2018
Movimientos como MeToo y Time’s Up han hecho posible la firme reincorporación de los derechos de las mujeres a la agenda política. Pero fuera de los focos hay muchas otras mujeres y niñas que arriesgan la vida para exigir que se ponga fin a la violencia sexual, el acoso y la desigualdad. Hace muy poco fue detenida la activista egipcia Amal Fathy por publicar en Facebook un vídeo donde compartía sus experiencias de acoso sexual. Aun así, las mujeres de Egipto se niegan a quedarse calladas. Una de estas heroínas anónimas es la abogada y fundadora del Centro de Asistencia Jurídica para las Mujeres Egipcias, Azza Soliman, que arriesga cada día su seguridad y su libertad para defender a las sobrevivientes de violencia sexual en Egipto. No es tarea fácil… Nos la cuenta.
Me han detenido e interrogado por hacer mi trabajo: defender a las sobrevivientes de abusos en Egipto.
No hay en Egipto una legislación integral que abarque todas las formas de violencia sexual. Mucha gente cree que la culpa es de la mujer o la niña, no del perpetrador, así que las sobrevivientes se enfrentan a la vergüenza y el estigma.
La falta de claridad sobre qué constituye acoso o agresión ha creado una cultura en la que las mujeres y las niñas tienen miedo de hablar abiertamente. Como en Egipto hay pocas mujeres policía, las sobrevivientes guardan silencio sobre lo que les ha ocurrido: la idea de denunciar acoso o violación ante un policía varón es demasiado intimidante para muchas de ellas.
No obstante, las campañas globales #MeToo y Time’s Up están cambiando poco a poco el modo en que las niñas y las mujeres hablan abiertamente de la violencia en Egipto y están a ayudando a que las mujeres rompan su silencio.
Ver a mujeres de diferentes orígenes, países y posiciones hablar abiertamente ha dado a muchas egipcias valor para compartir poco a poco sus experiencias de manera anónima o dando la cara. Incluso han creado en las redes sociales un equivalente egipcio de #MeToo llamado “Ana Kaman”, “YoTambién” en árabe. En Egipto y otras partes, las mujeres han visto que no están solas y que son fuertes.
No obstante, si queremos conseguir que esté movimiento cambie de verdad las cosas de forma duradera, tenemos que potenciarlo. Tenemos que hacer que a las mujeres les resulte más fácil y más seguro denunciar los casos de violencia sexual. Hacen falta herramientas con que garantizar que se investigan las denuncias de manera imparcial y efectiva y que quienes las hacen están protegidas.
Como abogada y como mujer comprometida con la defensa de los derechos humanos, quiero asegurarme de que las niñas y las mujeres tienen un espacio seguro para hablar abiertamente. Es algo en lo que llevo muchos años trabajando. Lo digo de verdad, no ha sido una lucha fácil, y en mi caso ha tenido consecuencias complicadas.
Los medios de comunicación me han difamado. Han formulado cargos penales contra mí. Me han a cusado de manchar la imagen de Egipto difundiendo “noticias falsas” de acoso sexual y violación. Han publicado mi foto en un periódico afín al gobierno criticando mi estado civil y acusándome de “animar a las mujeres a conocer sus derechos y pedir el divorcio”. En la actualidad tengo prohibido viajar y me han congelado las cuentas, pues estoy acusada de recibir fondos extranjeros que perjudicarán la imagen de Egipto y los intereses nacionales de mi país. Sin embargo, me niego a perder la esperanza, porque hay mucho trabajo que hacer todavía.
Quiero ver más conversaciones sobre cómo combatir el acoso en el trabajo, sobre todo en los trabajos dominados por hombres. Quiero ver los derechos de las mujeres incorporados firmemente en la agenda política. Y quiero ver más mujeres situadas en los puestos de poder que merecen.
Espero que, en adelante, las sobrevivientes de violencia puedan denunciar son seguridad los delitos sabiendo que estarán protegidas por el Estado. Necesitamos también leyes específicas para combatir la violencia en el ámbito familiar en Egipto.
La lucha por potenciar y apoyar a las mujeres y los derechos humanos es larga y cansada, pero me niego a dejar de luchar. Sé que no estoy sola. En algunos de mis peores momentos, me han animado a seguir adelante: a través de la campaña de Amnistía Internacional Escribe por los Derechos, he recibido centenares de cartas de apoyo.
Todas tenemos la misma meta: apoyar a las mujeres y las niñas en Egipto y hacer realidad nuestro sueño de una sociedad justa, igualitaria y sin violencia, así que es muy estimulante ver a las nuevas generaciones tomar la antorcha y encabezar la marcha hacia un futuro mejor. Hay poder en las personas, y con el apoyo de tantas, sé que el cambio es posible.