infolibre, 25 mayo 2018
La sentencia dictada este jueves por la Audiencia Nacional haría caer a cualquier gobierno en cualquier democracia consolidada y digna de tal nombre. Por primera vez en España, un partido nacional es condenado por haberse beneficiado económicamente de la comisión de graves delitos de corrupción. Ese partido es el PP, y su presidente es quien nombró al tesorero ahora condenado a 33 años de cárcel, el mismo a quien dio ánimos y apoyo expreso incluso después de saber que escondía más de cuarenta millones de euros en Suiza. Mariano Rajoy tendría que dimitir de inmediato (ya que ha despreciado tantas oportunidades de hacerlo) y convocar elecciones anticipadas. Pero Rajoy no ve financiación ilegal del PP, ni sobresueldos, ni dinero negro… Rajoy sólo ve “diez o quince casos aislados”, del mismo modo que Albert Rivera, el hombre que con una mano lo sostiene en el poder mientras con la otra lo empuja a la salida, tampoco ve “trabajadores y empresarios” porque sólo ve “españoles”. Ambos, Rajoy y Rivera o viceversa, ven exactamente lo que quieren ver, y comparten un ojo clínico para seleccionar tesoreros.
La sentencia de la primera temporada de la serie Gürtel (vendrán más y se juzgarán asuntos aún más vergonzantes) establece ya conclusiones suficientes para que dejen al menos de ofender a la inteligencia de los ciudadanos (incluso de los españoles):
1.- El tribunal considera probado que el PP y la trama dirigida por Francisco Correa crearon “un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional a través de mecanismos de manipulación de la contratación pública central, autonómica y local a través de su estrecha y continua relación con influyentes militantes del partido”. Vamos, lo que viene a ser “un sistema de corrupción”. Nada de casos aislados.
2.- A lo largo de las 1.687 páginas de la sentencia, se describe “un auténtico sistema de defraudación del erario público” en el que Luis Bárcenas y Francisco Correa eran piezas fundamentales, ya que “tenían posibilidades de influir en los procedimientos de toma de decisión en la contratación pública de determinados entes y organismos públicos que dirigían o controlaban directamente a través de terceras personas”. Vamos, lo que viene a ser robar dinero público de forma organizada. Nada de “manzanas podridas” ni “cuatro ranas”.
3.- Queda detalladamente acreditado que las comisiones exigidas a empresarios a cambio de adjudicaciones no sólo iban a parar a los bolsillos de Bárcenas, Correa y compañía “también otras cantidades sirvieron para directamente pagar gastos electorales o similares del Partido Popular…”. Vamos, lo que viene a ser financiación ilegal. Nada de “diez o quince chorizos” que “se nos han colado” en el PP.
4.- Deja establecido la sentencia que no se trata de un latrocinio de carácter aislado en determinados municipios madrileños, porque otras cantidades del dinero exigido a las empresas “… fueron a parar como donaciones finalistas a la llamada ‘caja B’ del partido, consistente en una estructura financiera y contable paralela a la oficial, existente al menos desde el año 1989”. Vamos, lo que viene a ser el manejo de dinero negro en cantidades industriales (asunto de gran calado que queda pendiente de juzgar en la siguiente temporada de esta serie). Nada de “unos cuantos sobres para gastos de representación”.
5.- Se describe también perfectamente en la sentencia el mecanismo de la corrupción, que arranca con la adjudicación de contratos públicos a cambio de comisiones, pero que no acaba ahí: “Mediante el inflado de precios que se cobraban de las distintas administraciones públicas afectadas [los millonarios y constantes sobreprecios], la finalidad buscada era la obtención ilícita de importantes beneficios económicos a costa del erario público, o bien comisiones cuando la adjudicataria eran terceras empresas, que luego se repartían entre el Grupo Correa y las autoridades o cargos públicos electos o designados corruptos, que recibían cantidades de dinero en metálico, pero también mediante otro tipo de servicios o regalos prestados por diferentes empresas de esa trama… de las que en algunos casos se beneficiaron también sus familiares”. Vamos, lo que viene a ser recibir sobornos en metálico o todo tipo de prebendas que incluyen viajes de lujo, celebración de bautizos, bodas y comuniones, joyas o automóviles, del estilo de ese Jaguar del marido de Ana Mato que la exministra de la máxima confianza de Rajoy nunca vio en su garaje. Nada de “cuatro botellas de vino por Navidad”.
6.- Los magistrados firmantes del fallo no se creen el testimonio que en su día prestó Mariano Rajoy en sede judicial. Dudan que sea «verosímil» su versión y la de otros testigos que negaron la contabilidad paralela y el cobro de sobresueldos, que por cierto no sólo existían sino que eran «opacos» a Hacienda. Vamos, lo que viene a ser un varapalo mayúsculo a los ya escasos restos de credibilidad del presidente del PP y del Gobierno.
Así que más allá de los titulares que hablan de las condenas penales y de las multas que tendrán que pagar los culpables (incluidos el PP y Ana Mato como partícipes a título lucrativo) la importancia medular de esta sentencia es que refleja un sistema organizado de corrupción política, financiación ilegal y enriquecimiento a costa de los recursos públicos que ha funcionado durante casi tres décadas a nivel nacional, autonómico y local en los dominios del Partido Popular. Podrán recurrir al Tribunal Supremo, acogiéndose a algunos argumentos del voto particular del magistrado que ya en su día se negaba a convocar a Mariano Rajoy siquiera como testigo. Pero el cúmulo de datos, documentos, testimonios, pruebas y confesiones ofrece una base firme para las altas penas de cárcel decididas y supone la confirmación del trabajo que hace casi diez años inició el juez Baltasar Garzón (y le costó la carrera) y del que de forma concienzuda y discreta desarrolló el juez Pablo Ruz antes de solicitar una plaza menos sometida a presiones políticas y a los focos mediáticos.
Mariano Rajoy tiene que asumir responsabilidades políticas sobre ese “sistema de corrupción institucional” de una vez por todas, porque además su papel y el de su partido sólo pueden empeorar en sucesivas temporadas de la serie Gürtel. Luis Bárcenas ha demostrado ser el ‘tesorero-bomba’ que no sólo iba cargado de dinero negro y contabilidades paralelas, sino de suficiente información como para volar políticamente la sede de Génova. Ahora pueden entrarle más ganas de cantar que a su hijo en Taburete, al ver a su mujer condenada a 15 años de cárcel. La sentencia, en un párrafo que respira esa “formación de género” tan reclamada, rechaza el argumento de que Rosalía Iglesias no tenía conocimientos para ejecutar las acciones que se le imputan: sería relegarla “a poco más de un simple objeto, y esto no lo debe consentir el Tribunal”. (Este tribunal, porque el del caso Nóos, pese a estar formado por mujeres, no aplicó esa lógica a la infanta Cristina).
LOS EFECTOS POLÍTICOS
Rajoy prefiere seguir viendo “casos aislados”, y más aún teniendo ya aprobados unos Presupuestos que dilatan su calendario político hasta el mismo año 2020 en que acaba la legislatura. Si en el PP han sido capaces de dibujar al detenido Eduardo Zaplana como una especie de troyano de Ciudadanos, cabe esperar cualquier cosa a la hora de marcar distancias con un Bárcenas que conoce al milímetro las alcantarillas de Aznar (mudo) y las de Rajoy (en modo avión).
Salió de inmediato Albert Rivera diciendo cosas tan sonoras como raras: “Esto [la sentencia] marca un antes y un después en la relación del Gobierno con la oposición” y “trastoca todos los planes de la legislatura”. Daría hasta miedo, o provocaría una hecatombe en las bolsas y en la prima de riesgo si no fuera porque todos sabemos que se trata de puro postureo; que este ‘sorprendido’ Rivera ya le exigió a Rajoy en aquella investidura frustrada de Pedro Sánchez en marzo de 2016 que se fuera, que era “el presidente de la corrupción”. “España no se puede permitir un presidente como usted”, le espetó, incluso pidió al PP que cambiara de candidato porque “jamás” apoyaría Ciudadanos a Rajoy. ¿Por qué? Por “esto”, por la Gürtel, por la financiación ilegal, por la corrupción institucional… Por todo lo que todos sabíamos, incluido Rivera, que nunca vio “casos aislados” y que ahora se lleva las manos a la cabeza porque una sentencia dice que “¡en este casino se juega!”
Rivera pone el grito en el cielo contra Rajoy pocas horas después de haber puesto su voto (junto al PNV) para aprobar unos Presupuestos que garantizan al Gobierno exprimir la legislatura hasta 2020 si le place. El pasado domingo, en el acto con el que Ciudadanos presentaba su macroniana plataforma #EspañaCiudadana, Rivera hizo un discurso que ha provocado la hilaridad en las redes sociales durante días: “Recorriendo España yo no veo trabajadores o empresarios; veo españoles. No veo a jóvenes o mayores, veo españoles…” Sería para reírse si no fuera para llorar. En mi humilde opinión, el varapalo más contundente para Rajoy y el PP esta semana no es la sentencia de la Gürtel (políticamente ya amortizada por escandaloso que nos parezca), sino el informe del mismísimo Banco de España en el que, negro sobre blanco, puede comprobarse que los beneficios de las empresas crecen 16 veces más que los salarios desde 2014. Es el resumen más significativo e indignante de la cacareada ‘recuperación económica’: el dato que refleja en toda su magnitud la profunda desigualdad instalada en España por las políticas aplicadas. Rivera, claro, prefiere no ver “trabajadores o empresarios”, ni jóvenes o pensionistas, sino sólo “españoles” y, si es posible, españoles cegados, exaltados y enfebrecidos por una pulsión nacionalista tuneada de patriotismo. En realidad, si se le aplicara el suero de la verdad, uno imagina a Rivera clamando más bien: “sólo veo votos”.
Para que esta sentencia signifique de verdad “un antes y un después”, tendría que prosperar la moción de censura que el PSOE ha registrado el viernes por la mañana en el Congreso. Pablo Iglesias ya la propuso el mismo jueves y anunció su apoyo a Pedro Sánchez, confirmado por el líder de IU Alberto Garzón. Logre o no los números suficientes para hacer caer al Gobierno, desde luego la iniciativa obliga a Rivera a retratarse, a clarificar si finalmente está dispuesto a tumbar a Rajoy a los pocos días de darle aire hasta 2020. Lo cual explica la maniobra de Ciudadanos, que a los pocos minutos exige elecciones anticipadas o amenaza con apoyar, no la moción de censura socialista, sino una moción instrumental con el objetivo de convocar elecciones. En Ciudadanos saben perfectamente que Rajoy no puede disolver las Cortes mientras esté en trámite una moción de censura, porque así lo precisa el artículo 115 de la Constitución (lo cual explica que el PSOE registrara la moción con urgencia, incluso antes de reunirse su Ejecutiva). Vamos, que no se presta Rivera a facilitar la menor ventaja a Sánchez ni tampoco a sacar de inmediato al PP de la Moncloa, sino que simplemente intenta (está en su derecho) aprovechar al máximo la extrema debilidad del PP para seguir barriendo a su favor en las próximas citas electorales.
¿Y Rajoy qué opina de esto, como diría el abuelo de aquel exitoso spot? Pues ni se inmuta. Una vez más, recurre al discurso del miedo acusando a Pedro Sánchez (socio principal en la respuesta al independentismo) de actuar «contra la estabilidad de España y contra el interés de los españoles». Con la simplicidad que caracteriza sus (eficaces hasta ahora) discursos, Rajoy ha situado la iniciativa del PSOE entre la aprobación de los Presupuestos y un 155 en vigor, para responsabilizar Sánchez de pretender gobernar «con cualquiera» y «a cualquier precio». Como si él no hubiera pactado con el PNV a cualquier precio, incluyendo subidas de pensiones que hace sólo mes y medio eran «imposibles e inviables». Vamos, que Rajoy no da un paso atrás, ni siquiera a un lado, y mantiene su intención de agotar la legislatura. En estos tiempos en que cada «noticia-bomba» queda fagocitada por la siguiente, en pocas horas los focos ya se han trasladado al PSOE, a Ciudadanos o al PNV, en lugar de mantenerse en una sentencia que dibuja un agujero negro de la democracia española.
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P.D. Además de compartir Presupuestos y pactos anticorrupción, Rajoy y Rivera también comparten un ojo de lince para elegir tesoreros y defenderlos. Si no fuera por la sentencia de la Gürtel, este artículo se habría centrado en los datos desvelados en infoLibre por Joana Oliveira y Manuel Rico sobre Carlos Cuadrado, responsable de las finanzas de Ciudadanos y empresario que parece tener la muy española y poco patriótica costumbre de mentir. Afronta varios procesos judiciales por sus negocios en Brasil, y sobre su existencia faltó a la verdad en sede parlamentaria, lo cual es un delito. Tiene toda la razón el PP al trasladar a la justicia los datos que hemos publicado y al reclamar que actúe la Fiscalía. ¿Qué dice Albert Rivera? Que se trata de una cuestión “privada” de su tesorero y un caso “resuelto en términos políticos”. Vamos, que sólo ve “españoles”. (Seguiremos informando).