El País, 06 de Abril de 2025.
La apología del dinero está depositando la soberanía en manos de los más ricos, a quienes, como enseña la historia, conviene vigilar
En la historia universal de las grandes fortunas, el romano Marco Licinio Craso escribió un capítulo destacado —y desalmado. “La mayor parte de sus bienes los adquirió gracias al fuego y a la guerra, siendo para él las miserias públicas de grandísimo provecho”, escribió el historiador Plutarco. Se rumoreaba que era dueño de un tercio de los edificios de la Urbe, por entonces próxima al millón de habitantes. Se hizo famoso al afirmar que nadie podía presumir de ser rico si no podía mantener a sus expensas un ejército personal. Con sus soldados, sus minas de plata, sus viviendas, sus pujantes negocios de venta de esclavos y préstamos con altos intereses, Craso gobernaba un reino propio dentro de la República romana.