Dani Rodrik(1)
Más capacidad de decisión para
los países en desarrollo
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(Traducción de Gabriel Flores)

            La crisis mundial es una oportunidad para que los países en desarrollo defiendan sus intereses en las instituciones multilaterales y ganen influencia en la gestión de la globalización económica. Para conseguirlo, no sólo necesitan  conocer de manera más precisa sus intereses y prioridades sino también reconocer que la mayor capacidad de decisión implica aceptar mayores responsabilidades.

            En la crisis actual hay, posiblemente, un rayo de luz para los países en desarrollo si son capaces de emerger colectivamente con un mayor poder de decisión en las instituciones que gobiernan la globalización económica. Cuando amaine la tormenta, China, India, Brasil, Corea del Sur y algún país "emergente" más serán capaces de ejercer una mayor influencia en las decisiones de las instituciones económicas multilaterales. Y estarán en una mejor posición para impulsar las reformas que requieren sus intereses.

            La nueva situación será el resultado de dos fuerzas interdependientes.

            La primera es que EEUU y Europa saldrán debilitados de la crisis financiera, tanto en su papel de principales actores económicos como en el de defensores de la ortodoxia política e intelectual. EEUU y Europa serán reacios o incapaces de proveer el tipo de liderazgo que impulsó el multilateralismo en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Los países en desarrollo tendrán que reforzar su posición para compensar esa menor presencia.

            La segunda es que el peso relativo y la importancia de los países en desarrollo en la economía mundial aumentarán. Muchas de las principales instituciones financieras de Occidente -aquellas que no hayan sido nacionalizadas- así como algunas importantes empresas industriales seguirán a merced de los capitales de China o de los Estados del Golfo. Respecto al comercio mundial, la actual ronda de negociaciones de la OMC ya ha demostrado que si los países ricos quieren jugar a la pelota con los países en desarrollo, tendrán que dejarles participar a la hora de decidir las reglas de juego.

Intereses y prioridades de los países en desarrollo

            Para obtener el mejor resultado de la nueva situación, los países en desarrollo tendrán que dotarse de una apreciación ajustada de sus intereses y prioridades.

            Este sitio web tiene como misión debatir sobre esos intereses y prioridades.

            Para iniciar ese debate, planteo algunas de las propuestas que en mi opinión deberían promover los países en desarrollo.

            El primer punto de la agenda debe ser el establecimiento de nuevas reglas que hagan menos probables las crisis financieras y menos graves sus consecuencias. Abandonados a su propia lógica, los mercados financieros mundiales prestan demasiado dinero a precios demasiado baratos en tiempos de bonanza, mientras que en los malos tiempos prestan demasiado poco. La única respuesta eficaz es una gestión contracíclica de la cuenta de capital. Eso significa desalentar el endeudamiento externo en los buenos tiempos y prevenir la fuga de capitales en los malos en lugar de fruncir el ceño cuando se menciona la posibilidad de establecer controles sobre los movimientos del capital y de mantener su presión a favor de la liberalización financiera, debería ayudar de manera activa a los países a aplicar esas políticas contracíclicas. También debería ampliar sus líneas de crédito de emergencia para actuar en mayor medida que hasta ahora como un prestamista de última instancia para los países en desarrollo cuando éstos son fustigados por los latigazos de las crisis financieras.

            Segundo, la crisis es una oportunidad para lograr una mayor transparencia en todos los frentes, incluyendo las prácticas bancarias de los países avanzados que facilitan la evasión de impuestos en las economías en desarrollo. Ciudadanos ricos de los países en desarrollo evaden impuestos en sus países por más de cien mil millones de dólares gracias a las cuentas bancarias que mantienen en Zurich, Miami, Londres y otros lugares. Los gobiernos de los países en desarrollo deberían solicitar y recibir información sobre las cuentas de sus ciudadanos.

            Tercero, los países en desarrollo también deberían impulsar una tasa Tobin (un impuesto sobre las transacciones internacionales en divisas). Tal impuesto, si se establece un tipo impositivo suficientemente bajo –por ejemplo, un 0,25%-, tendría un efecto adverso muy pequeño sobre la economía mundial, mientras que favorecería una muy notable capacidad de recaudación. En el peor de los casos, ocasionaría mínimos  costes de eficiencia y en el mejor, podría frenar la excesiva especulación a corto plazo que hoy existe.Los ingresos recaudados -que fácilmente pueden suponer cada año varios cientos de miles de millones de dólares- podrían ser dedicados a proveer bienes públicos mundiales, tales como la ayuda al desarrollo, vacunas para las enfermedades tropicales o el uso de tecnologías verdes en el mundo en desarrollo. Las dificultades administrativas en la aplicación de una tasa Tobin no son insuperables, siempre y cuando los principales países avanzados la aplicaran. A partir de ese momento, y ante la amenaza de promover su aislamiento en la escena internacional, sería posible lograr la cooperación de los centros financieros offshore (3).

            El cuarto punto atañe al comercio internacional, los países en desarrollo deberían impulsar la consagración del concepto de "espacio político" en la Organización Mundial de Comercio (OMC). El objetivo sería asegurar que puedan aplicar las políticas comerciales e industriales que necesiten para reestructurar y diversificar sus economías y crear las condiciones necesarias para impulsar el crecimiento. Todos los países que han tenido éxito al impulsar su integración en la economía mundial han utilizado políticas de ese tipo, pero las normas de la OMC no permiten muchas de ellas; por ejemplo, los subsidios, las normas nacionales de producción o la ingeniería inversa (4) de productos patentados. Ese “espacio normativo” es también necesario para garantizar que objetivos políticos y sociales importantes -como la seguridad alimentaria- sean compatibles con las reglas del comercio internacional. Los países en desarrollo deberían defender la idea de que el reconocimiento de unas realidades económicas y políticas específicas no debilitan las reglas del comercio mundial ni supondrían abrir la puerta al proteccionismo, antes bien harían esas reglas más saludables y sostenibles.

Nuevas responsabilidades de los países en desarrollo

            Los países en desarrollo no pueden limitarse a hacer demandas y sentarse a esperar que les sean concedidas, no si a cambio no aceptan algún compromiso. Así que tendrán que ser más comprensivos y sensibles con las preocupaciones legítimas de los países ricos y estar dispuestos a contribuir en la provisión de los bienes públicos mundiales.

            Los países en desarrollo exportadores de capital deberían aceptar una mayor transparencia en el funcionamiento de los fondos soberanos de inversión y comprometerse a no utilizarlos con fines políticos. Los más grandes países en desarrollo -China, India y Rusia - tendrán que asumir, además, parte de la carga de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
           
            De igual modo, los países en desarrollo tendrán que comprender que ese “espacio político” es una calle de doble sentido. En países como EEUU, donde la clase media ha conseguido escasos beneficios del proceso de globalización que se ha producido en el último cuarto de siglo, la política comercial va a estar sometida a una gran presión para que se realicen algunas correcciones. El presidente Obama convirtió la difícil situación de la clase media en un eje central de su victoriosa campaña electoral. Su principal asesor económico, Larry Summers, también ha mencionado recientemente el impacto adverso de la globalización sobre los trabajadores.

            No sería muy favorable para los países en desarrollo alzar el fantasma del proteccionismo cada vez que se expresan preocupaciones de ese tipo. Las realidades políticas y económicas requieren planteamientos más matizados y cooperativos .Deberían rechazar un proteccionismo comercial simple y rígido. Y deberían estar dispuestos a emprender negociaciones con los países avanzados para evitar una carrera competitiva a la baja en temas como la normativa laboral o fiscal. A largo plazo, también les interesa evitar esa carrera. Sin el respaldo de las clases medias de los países ricos, será muy difícil mantener un régimen comercial mundial tan abierto como el que se ha tenido en los últimos años.

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Notas del traductor

(1)  Dani Rodrik es profesor de Política Económica Internacional en la “John F. Kennedy School” de la Universidad de Harvard. Nacido en Estambul, en una familia de origen sefardita, se formó en universidades de EEUU, país en el que reside y trabaja. Es un conocido y reconocido economista, especializado en Economía del Desarrollo, que destacó a lo largo de los años noventa en la crítica a las políticas e ideas ultraliberales que fueron impulsadas por el denominado Consenso de Washington. Es un autor que merece la pena ser leído: algunos de sus artículos recientes pueden encontrarse en castellano en http://wwwproject-syndicate.org. 

(2) Let developing nations rule, título original de este artículo, es el comentario inicial o de lanzamiento (Lead Commentary) de uno de los cinco grandes temas, el de “Desarrollo y Crisis”, en que se ha dividido el “Debate sobre la Crisis Global” que se desarrolla a partir del pasado 28 de enero de 2009 en el sitio web http://www.voxeu.org. Este debate organizado por VoxEU –un portal del Centre for Economic Policy Research- en colaboración con el gobierno del Reino Unido pretende generar ideas para la Cumbre de Londres que celebrará el G-20 el próximo 2 de abril. Dani Rodrik es el moderador en el debate online que se realiza en torno al tema de “Desarrollo y Crisis”.

(3)  Los paraísos fiscales del tipo de Islas Caimán, Bahamas, Barbados, Jersey, Isla de Man, Mónaco, Macao y tantos otros… se denominan en el lenguaje técnico “centros financieros offshore”. Esas mínimas plazas financieras son una parte no pequeña del sistema financiero internacional en las que están a buen recaudo, gracias a la ligera regulación que mantienen (respecto a permisos y registros) y a la inexistente o muy pequeña presión fiscal, buena parte de las fortunas de las personas más ricas de todo el mundo. También sirven para blanquear (evitando la mayor presión fiscal de los países desarrollados) los beneficios de las grandes compañías, lavar el dinero negro obtenido en actividades ilegales o esconder mediante movimientos contables con otras compañías la situación patrimonial o los beneficios de los grandes grupos empresariales. Son también el destino preferido por los funcionarios, políticos y empresarios corruptos de los países avanzados y subdesarrollados que protagonizan las fugas de capitales.

(4)  Se conoce como ingeniería inversa el proceso de descubrir los principios tecnológicos de un producto (objeto, dispositivo mecánico o electrónico, sistema informático, fórmula química, etcétera) accesible al público, que se analiza para conocer en detalle su estructura, funcionamiento o componentes. Los usos de la ingeniería inversa son múltiples y entre ellos cabe destacar el más evidente: tratar de fabricar otros productos que hagan o tengan las mismas o similares tareas o cometidos que los que están protegidos mediante la correspondiente patente.