nuevatribuna.es, 29 de diciembre de 2024.
En un cuento publicado en 1941, La Biblioteca de Babel, y en un ensayo previo, La Biblioteca Total, de 1939, Jorge Luis Borges imaginaba una biblioteca infinita formada por todos los libros posibles. Al tiempo que Borges describía una biblioteca sin principio ni fin que entendía como un modelo del universo o como el universo mismo, las diferentes versiones del fascismo europeo, incluida la de la dictadura franquista, se afanaban por llevar a la práctica sus particulares mundos criminales y excluyentes, en los que los libros eran separados entre los que merecían ser leídos y los que se consumirían en el fuego eterno de un infierno terrenal. Miles de libros condenados y bibliotecas secuestradas. Libros y bibliotecas señalados como enemigos a exterminar, del mismo modo que las personas y los colectivos humanos que no entraban en los cánones fascistas o se resistían a compartir sus designios criminales.