El País, 20 de junio de 2019.
El sistema autonómico precisa una reforma que no caiga en las
propuestas partidistas, sino que sume un amplio consenso, y evite las
medidas puramente coercitivas como la solución a los problemas.
Pocos asuntos se han demostrado en la historia tan potencialmente desestabilizadores del
sistema democrático como la puesta en riesgo de la integridad territorial del Estado,
especialmente cuando el peligro procede del interior. Una crisis de esas características solo
se puede abordar, con sólidas posibilidades de éxito, desde un sistema democrático que
reconozca una profunda autonomía territorial. Uno y otra, sistema democrático y
autonomía, están indisolublemente unidos. No solo en España. Los países con profunda
diversidad interna han encontrado y garantizado la paz política cuando han optado por un
sistema federal y han acertado al combinar una profunda y amplia autonomía con el
establecimiento de los instrumentos de integración adecuados para garantizar la estabilidad
política.