El País, 1 de noviembre de 2024.
En medio de guerras y catástrofes, los próximos años se plantean como un combate entre democracia y autoritarismo, entre las consecuencias de la deriva reaccionaria y la esperanza en nuestra capacidad de reacción.
El futuro es por definición imprevisible. Pero eso no significa que sea totalmente sorprendente. Y, además, en este momento está demasiado cerca. Porque el futuro puede empezar a principios de este mes de noviembre, con las elecciones presidenciales estadounidenses. La tendencia que marca el presente de las relaciones internacionales —una pugna entre democracia y autoritarismo— se prolongará en el futuro, incluso en lugares donde ese combate parecía imposible de plantear, como Estados Unidos o algunos países europeos.