La Vanguardia, 8 de agosto de 2024.
Desde hace mucho tiempo, los conflictos y las guerras en la región suelen tener consecuencias profundas modificando alianzas y alineamientos regionales.
Las estrategias empleadas por las partes implicadas en la guerra de Gaza, la respuesta internacional al conflicto y el desenlace de la guerra podrían contribuir a redefinir las relaciones entre los países de Oriente Medio y remodelar el equilibrio de poder en la región.
Desde una perspectiva puramente militar y de inteligencia, el ataque sorpresa realizado el 7 de octubre por Hamas y denominado Diluvio de Al Aqsa fue una operación novedosa e inédita contra Israel. Muchos expertos y antiguos funcionarios estadounidenses e israelíes han descrito la operación como compleja, sofisticada e inesperada. Algunos observadores la han calificado incluso de “éxito catastrófico” debido a que nadie (ni siquiera el propio movimiento islámico) preveía que fuera capaz de derrotar con tanta rapidez el aparato de inteligencia israelí, los puestos militares y la barrera tecnológica del muro de Hierro de 1.000 millones de dólares a lo largo de Gaza utilizando equipos primitivos y todo ello sin encontrar casi resistencia. Así se explicaría la caótica situación vivida y el elevado número de bajas de ciudadanos israelíes y extranjeros, incluidos los 1.139 muertos, 373 de los cuales eran soldados y miembros de seguridad y 71 extranjeros, además de unos 250 secuestrados.