(Nueva Sociedad, marzo de 2019).
El analista Marc Saint-Upéry analiza la situación política de Venezuela. No duda en calificar al gobierno de Nicolás Maduro como un régimen dictatorial, a la vez que se refiere al «empate catastrófico» e interroga críticamente la posibilidad de una intervención armada en el país. ¿Cuál es el futuro político del gobierno y de la oposición? ¿Qué sucede y que sucederá con los sectores populares en este escenario?
Usted fue uno de los primeros intelectuales en denunciar, de manera crítica, lo ocurrido durante el golpe de Estado en Venezuela en el año 2002 ¿El «empate catastrófico» venezolano de la actualidad se puede comparar con lo sucedido en aquellos años?
No estoy seguro de que haya sido «uno de los primeros», pero imagino que se refieren a un texto publicado en el 2002 en el desaparecido sitio La Insignia. Sintomáticamente, fue el primer texto que publiqué sobre Venezuela en mi vida, y cuando hace poco un sociólogo trotskista francés me reprochó la radicalidad supuestamente unilateral de mi postura antichavista y me acusó de nunca haber denunciado el golpe de Carmona, pude demostrarle la falsedad de su afirmación. Sin embargo, al mismo tiempo que rechazaba en modo muy contundente esta movida antidemocrática, avanzaba varias críticas a la gestión de Chávez. Señalaba que «la revolución bolivariana» era «más vigorosa en las palabras que en los hechos», que había «descuidado casi totalmente la necesidad de democratizar, descentralizar y transparentar las políticas públicas y de fomentar la iniciativa independiente y la participación activa de los varios sectores sociales» y que sus políticas padecían de una «mezcla confusa de pragmatismo moderado, promesas de asistencialismo generalizado y retórica incendiaria sin sustento real», acompañada por «rasgos crecientes de oportunismo y corrupción» y «un cierto caos administrativo debido a una mezcla de inexperiencia y burocratismo». Destacaba también que Hugo Chávez había apostado «exclusivamente al verticalismo plebiscitario y a una burda y agresiva contrapropaganda de Estado, que lo volvieron insoportable incluso a una parte de sus mismos aliados progresistas». Me parece que era bastante acertado por un texto escrito hace 17 años. Como sabemos, todas las tendencias negativas que describía entonces se agudizaron hasta volverse catastróficas, con un régimen que propone como única solución una escalada autoritaria y, desde el 2016, claramente dictatorial. Eso es una de las razones por la que no se puede comparar ambas situaciones.